No hay duda de que el artista holandés Vincent Van Gogh (1853-1890) es una de las figuras más controvertidas de la historia del arte. Fue incomprendido en su tiempo, no logró vender sus cuadros y murió por su propia mano, disparándose un tiro en el pecho frente a un trigal. Sus numerosas obras, sin embargo, se cuentan hoy entre las más cotizadas.
Su vida transcurrió en la pobreza y hubo de desempeñar diversos oficios para sobrevivir. El más interesante fue el de predicador. Vincent era hijo de un pastor de la Iglesia Reformada holandesa. En su juventud sintió una intensa vocación espiritual y emprendió estudios religiosos para seguir la carrera eclesiástica. Al ser rechazado en el Seminario, decidió marchar a trabajar como predicador metodista entre los mineros del carbón de la región de Borinage, en Bélgica. Para ganarse su respeto compartió durante tres años las míseras condiciones en las que vivían, dio clases a niños, atendió a enfermos y se convirtió en un ejemplo de caridad cristiana.
Sin embargo, su experiencia como ministro del Señor no le satisfizo y acabó en una profunda crisis. Su decisión de apoyar una huelga le supuso el cese en su cargo religioso.
Su atormentada vida y sus relaciones con Paul Gauguin fueron llevadas al cine magistralmente por Vincente Minnelli en su película de 1956 El loco del pelo rojo, protagonizada por Kirk Douglas. Este film contribuyó drásticamente a aumentar la cotización del pintor.