Enrique Gallud Jardiel (Valencia, 1958), nieto del comediógrafo Enrique Jardiel Poncela, nos trae una novela ambientada en el lejano Oriente de la mano de la editorial Kiwi. El núcleo principal de la obra gira en torno al reino de Satyapur, al norte de la India. La región se encuentra azotada por la sequía y la hambruna. La única solución, según el brahmán o sacerdote real Omnath, se halla en los dioses. Sin embargo, esa decisión esconde una dicotomía, donde la religión y lo empírico configuran una sociedad sustentada por los dioses. No todos están de acuerdo, y el ministro Ashkay plantará cara a esta confianza plena en los dioses: «El hambre no se cura con la fe y la veneración». Pronto, el lector forma parte activa de un complejo social cotidiano. Gallud Jardiel nos hace reflexionar, con un talento marcado, sobre un sistema divino que pudo funcionar en un pasado y asienta las bases para que ese hipotético funcionamiento se hiciera posible.
Es una obra que habla de baile, de la vida en palacio, de los ascetas y de cómo estaba constituido el poder en los estratos más altos.
Así, la pluma de Gallud Jardiel ahonda en las tradiciones hindúes desde el más puro exotismo con altas dosis de color. Lo visual somete, en ocasiones, a los otros sentidos. Es una obra que habla de baile, de la vida en palacio, de los ascetas y de cómo estaba constituido el poder en los estratos más altos. Un narrador onmisciente nos hace pasar por distintas clases sociales, como si de una montaña rusa se tratara donde lo político y lo religioso se funden. De esta forma, tenemos a Maya, bailarina y cortesana de palacio y mejor amiga de la princesa Palvi; a un soberano, Vir Sen, mayor y enfermo; a Mahesh y Dev ascetas que nos descubrirán una forma de filosofía espiritual y constituirán la clave para el crecimiento de la trama. Los personajes se desarrollan en varias líneas argumentales en un tiempo no especificado pero de fácil acceso y comprensión. Gallud Jardiel consigue anclar distintas intrigas, y todas van dirigidas hacia un final poco esperado en algunas vertientes pero con una magistral desenvoltura. Y todo ello sin perder la finalidad inicial: salvar a la población de las penurias manifiestas. Con el sonido de los cascabeles de fondo, seremos testigos de acciones bélicas, traiciones, secretos, del amor (fraternal y carnal), en su mayor expresión; sobre todo cuando se le pide a Maya que seduzca al joven Dev para el propósito marcado.
Con el sonido de los cascabeles de fondo, seremos testigos de acciones bélicas, traiciones, secretos, del amor (fraternal y carnal).
Es una narrativa pausada y tranquila que a la vez te incita al descubrimiento de características alejadas de la cultura europea. Con diálogos esenciales cargados de verosimilitud, Los dioses dormidos, por tanto, cumple con una función didáctica que nos acerca al panteón hindú: Varuna, Ganesh, Vishnu o Shiva, el dios de la naturaleza y uno de los máximos referentes de la novela, donde los dioses formaban parte activa de la sociedad y las costumbres de clases eran inamovibles.
Los colores mágicos de la India
Gallud Jardiel conjuga su sabiduría narrativa con su alto conocimiento en la cultura hindú. Más de setenta publicaciones, entre las que destacan numerosos ensayos y novelas, lo avalan con un referente claro de calidad. La principal destreza del escritor consiste en iniciarnos en una cultura ancestral. Nos lleva de la mano para que después podamos proseguir en solitario. Es doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi (India), país en el que residió diecisiete años. Por ello, no es extraño que el cuadro resulte una composición armónica de dioses, costumbres y tradiciones similares en ocasiones. Sabe conectar con el lector, por medio de lo exótico y lo cercano. Los sentimientos son de índole universal y ciertos hábitos arraigados en la religión, también.
Efectivamente, en Los dioses dormidos, no todo es lo que parece. Solo algunos dioses parecen dormidos. Otros, en cambio, se mueven con los ojos abiertos en un estado de calma y sosiego, esperando a que el lector se adentre en ellos para conocer el misterio que encierran. Enhorabuena, Gallud Jardiel, por despertarnos con maestría hacia las emociones hindúes con una novela que esconde un poema en su trasfondo. Un poema para iniciarse en lo más exótico de Oriente.