Nieto de Jardiel Poncela e hijo de los actores Rafael Gallud y María Luz Jardiel, el escritor valenciano Enrique Gallud Jardiel hace una encendida defensa del humor, y asegura que “las gentes que se toman las cosas con humor son incapaces de hacer daño”.
“Todas las cosas malas son serias. Las guerras, las injusticias o las conductas discriminatorias son porque alguien se ha tomado muy en serio su ideología política, su creencia religiosa, su raza, su país o su patria chica, y en función de eso que cree tan serio es capaz de hacer daño a los demás”, ha aseverado Gallud Jardiel.
El escritor, que ha presentado hoy su libro “Majaderos ilustres”, publicado por la editorial malagueña Azimut, considera que el mundo “necesita desactivar esa exacerbada seriedad que hay, y el humor es una gran herramienta”.
En su caso, ha llegado al humor después de haberse dedicado a la enseñanza, de haberse especializado en la literatura y la historia y de haber publicado numerosos ensayos académicos.
“Un día me di cuenta de que me aburría y de que me satisfacía más dedicarme al humor”, ha afirmado el escritor, que ha descubierto que “es infinitamente más gratificante escribir de humor que de cualquier otra cosa por la libertad que da”.
El humor permite “poner lo que apetezca sin trabas, dar rienda suelta a la imaginación” y ofrece “una satisfacción no comparable a cualquier otra cosa”.
Considera que el humor y la desmitificación son necesarios “no sólo desde un punto de vista de una literatura divertida y agradable, sino incluso desde un punto de vista ético”.
“En la dicotomía entre el humor y la seriedad, el humor debería ganar la batalla y no la está ganando, porque el mundo es demasiado serio hoy por hoy”.
Admite el “influjo” de su abuelo en sus obras, especialmente “de una época primera, en la que escribió casi un millar de artículos que publicó en varias revistas cómicas, con un humor un poco más ligero, menos enrevesado y barroco, y al mismo tiempo más directo y en conexión con el absurdo y las vanguardias”.
Gallud Jardiel cree que su abuelo “le sacaría mucha punta” a las noticias que publican ahora cada día los periódicos, aunque “nunca fue un escritor que se dedicara a su momento, porque en su época no se podía criticar por la censura”.
“Tenía la idea de que su obra fuera cosmopolita e intemporal, no ceñirse al momento concreto, en una época teatral en la que predominaba el sainete y las costumbres y tipos del momento, pero él estaba en contra de todo eso, de la literatura intraducible que sólo se entiende aquí y ahora”.
Al Jardiel Poncela más íntimo lo recuerda como “una persona muy sociable y, al mismo tiempo, con muy poca fe en la humanidad, con muchos amigos entre comillas que le constaba que le darían puñaladas por la espalda, pero cuyo trato frecuentaba porque era incapaz de vivir solo”.
“Era muy amante de su hogar, de su familia y, en contra de lo que se ha dicho y de su fama de misógino”, al retratar negativamente en sus obras a los personajes femeninos, “muy amante de las mujeres”.
Sentía “una gran pasión por su madre, rayana en el complejo de Edipo, vivió con sus hermanas, tuvo mujeres, amantes y dos hijas a las que quiso mucho, pero las mujeres en sus obras son canallas”.
“Él decía que las mujeres buenas son lo mejor que hay en el mundo, pero no sirven para la literatura, porque en una novela una mujer buena no da juego”.
De los protagonistas de “Majaderos ilustres”, entre los que se encuentran Alejandro Magno, Juana de Arco, Leonardo, Napoleón, Einstein, Hitler, Dalí o Billy Wilder, ha descubierto “que son mucho más majaderos” de lo que pensaba antes de estudiarlos.
“Todos son una caterva de inútiles, pero han destacado entre otros que eran mucho más inútiles. Los menos torpes son los que han destacado”, ha señalado Gallud Jardiel.