El filólogo Enrique Gallud Jardiel es uno de los mayores expertos españoles sobre India, donde estuvo viviendo más de veinte años. Buen conocedor de la filosofía hinduista, habla perfectamente el hindi y ha traducido y editado Mahatma Gandhi. Escritos selectos, publicado por Miraguano, en uno de sus últimos trabajos.
“India fue, hasta el romanticismo, un lugar de magia y misterio”.
La Línea del Horizonte: La figura de Gandhi es objeto de veneración y continúa muy presente en India; pero, ¿también su pensamiento y filosofía?
Enrique Gallud Jardiel: El pensamiento gandhiano sigue vigente en India, no así sus teorías económicas. Cuando tuvo lugar la independencia, Gandhi quería un país agrícola y artesanal; esta posición chocaba con la de Nehru, que había viajado a la URSS y quedó deslumbrado por el progreso técnico, por lo que quería una India industrializada. Esta divergencia de criterios fue la fundamental entre ambos. El tiempo dio la razón a Nehru, pues India necesitaba esa industrialización: tenía, en un momento concreto de su historia independiente, que poder fabricar sus propias bicicletas y, además, fabricarlas muy resistentes y económicas. La visión agrícola de Gandhi era poco práctica en el mundo de hoy. Pero en cuanto a ideología, los ideales gandhianos siguen siendo un punto de referencia y un arma política que emplean partidos y asociaciones de todas las ideologías. En India es frecuente el empleo de los métodos de Gandhi: huelgas de hambre, sentadas, desobediencia civil en todas sus formas… Siempre en el marco del pacifismo, que es lo que lo diferencia de otros sistemas de agitación política. Y este influjo no sólo perdura en India, también ha llegado a otros lugares del mundo. Sin Gandhi es indudable que no hubiera habido un Martin Luther King ni un Nelson Mandela.
LDH: ¿Cuán cerca o lejos está la India deseada por Gandhi de la actual?
E.G.J: La India actual está lejos de los ideales gandhianos, pues él hubiera querido un país unificado y la partición y la fundación del estado islámico de Pakistán fue su mayor derrota y su mayor desilusión. Sin embargo, los ideales de vida puros de Gandhi perduran en la sociedad india mucho más que en otras: el vegetarianismo está muy extendido, hay estados donde no se venden licores o se venden con muchas restricciones, y la posición de las mujeres y de los intocables ha mejorado drásticamente, como Gandhi quería que sucediera. Sus principios son como una meta, utópica en ocasiones, pero a la que se aspira y que, a veces, se logra alcanzar.
“Si no tuviera sentido del humor, me hubiera suicidado hace tiempo”, Gandhi.
LDH: ¿Era un hombre divertido el Mahatma?
E.G.J: Gandhi era una persona con un gran sentido del humor, como lo demuestran muchas de sus anécdotas y de las frases que han pasado a la historia. El humor indio, por otra parte, no es muy diferente del nuestro. Recuérdese que estamos hablando de un pueblo indo-europeo como nosotros. En la literatura clásica de la India antigua hallamos los mismos recursos humorísticos que luego emplearán nuestros autores siglos después. Creo que cualquier humorista hispano tendría mucho en común con el humor indio.
“Personalmente, odio la diferenciación entre extranjero y nativo”.
LDH: Llegaste a Delhi con catorce años, cuando tu madre fue destinada a India por la embajada. ¿Cuál fue tu primera impresión?
E.G.J: No sabía lo que me iba a encontrar, pues no tenía entonces ideas preconcebidas, y lo que hallé fue un país exuberante, intrigante y altamente acogedor. En los años que pasé allí —no regresé a España hasta 1994— esta impresión primera no hizo sino confirmarse.
“Si los ingleses se indianizan, podemos aceptarles. Si desean permanecer en India con su propia civilización, entonces no hay sitio para ellos”.
LDH: ¿Cómo te indianizaste tú?
E.G.J: Principalmente a través de la lengua hindi. Nada más llegar comprendí la necesidad de aprenderla. Conocí allí a españoles que llevaban viviendo treinta años en el país y no sabían ni media docena de palabras. Me puse a ello con entusiasmo. Cuando la dominé, me encontré con que tenía la llave que abría la verdadera India. Las gentes me abrieron sus casas y me hicieron partícipe de su vida familiar, de su intimidad. Hablando en inglés esto no era posible, pues el inglés funcionaba como una lengua de cortesía, pero de distanciamiento. Más tarde, mi descubrimiento del hinduismo como filosofía de vida completó, por así decirlo, mi indianización.
“Descubrí con tristeza que tuve que aprender una lengua cuya pronunciación no correspondía con su ortografía”.
LDH: Ya Gandhi hablaba de la tiranía del inglés. ¿Cómo de amenazado está el hindi por este idioma?
E.G.J: El hindi está terriblemente amenazado por el inglés. El conocimiento del inglés es un esnobismo en gran parte, pues se asocia esta lengua con un nivel cultural alto. El indio que no habla inglés puede ser menospreciado. Entonces, como segunda mejor opción, ese indio inculto pero esnob mezcla innecesariamente muchas palabras inglesas en el hindi o en otra lengua vernácula, y así la va deteriorando y haciendo que pierda su pureza.
“Si no se hubiera traído ninguna mercancía de fuera de India esta sería una tierra que nadaría en la abundancia”.
LDH: ¿Son responsables los ingleses de la situación actual del país?
E.G.J: India fue siempre un país inmensamente rico, lo que hizo que muchos pueblos lo invadieran. Los ingleses expoliaron el país hasta límites increíbles, y son los verdaderos causantes de que India, en el momento de su independencia en 1957, fuera un lugar muy pobre. La nación aún no se ha repuesto del todo de aquel saqueo que duró dos siglos y medio. Sin embargo, la relación de India con Inglaterra no es mala, al contrario. Los indios no odian a los ingleses y les favorecen sobremanera en el terreno político y comercial.
LDH: ¿Cómo le ayudó a Gandhi el viaje y el viajar (primero a Sudáfrica y luego por India) para darse cuenta de la pobreza en que vivían sus compatriotas?
E.G.J: Entiendo que sus viajes fueron determinantes. La situación en las ciudades no era representativa. Incluso hoy (y más en tiempos de Gandhi), India es, principalmente, sus aldeas. Sin ver cómo se vive en ellas y cuáles son sus condiciones no se puede entender el país y mucho menos saber cómo mejorarlo. Gandhi viajó por toda India (cosa que no hizo ningún otro líder independentista) y así supo que la única manera de conseguir la independencia era lograr que las castas bajas y las mujeres se involucraran en el proceso, cosa en la que el Partido del Congreso no había pensado hasta entonces.
LDH: “La educación es uno de los instrumentos más poderosos para reducir la pobreza y la desigualdad”. ¿Estaría de acuerdo Gandhi con la cita del Banco Mundial?
E.G.J: Gandhi dijo cosas parecidas en su momento, luego respaldaría por completo la cita. A este respecto, el reconocimiento que se ha hecho mediante los Premios Nobel (a Malala y Kailash Satyarthi) es de agradecer, aunque estos gestos surgen siempre cuando los medios de comunicación se hacen eco de algunas conductas ejemplares. Ha habido otros muchos casos similares, igualmente destacables, de los que no hemos tenido conocimiento en Occidente, pues las noticias que se suelen dar de India son siempre las negativas.
“Yo creo que la civilización que India ha desarrollado no tiene rival en el mundo (…) Roma pasó; Grecia compartió la misma suerte; el poderío de los faraones se hundió; el Japón se ha occidentalizado; de China nada puede decirse; pero India, de una u otra forma, se mantiene aún firme en sus cimientos”.
LDH: ¿Se mantienen intactas las tradiciones indias todavía?
E.G.J: Las tradiciones necesitan continua revisión y muchas de ellas deben desaparecer, obviamente. Los indios son sabios en este sentido. No pierden sus valores del pasado al mismo tiempo que son perfectamente capaces de adaptarse al progreso y a las nuevas tecnologías —incluso destacando en ellas, como es el caso de la informática—. En ese sentido, yo soy muy optimista y confío en que India no perderá lo que tiene de bueno. Evidentemente, hay tradiciones nocivas que hay que erradicar, pero ya se está haciendo. Existe la errónea noción de que las lacras de la sociedad india, como la intocabilidad u otras, son algo que todos los indios compartes y aceptan. No es así en absoluto. Siempre ha habido reformadores sociales y gentes que han luchado por erradicarlas. Las leyes indias son extremadamente progresistas y justas, y la sociedad va poco a poco eliminando sus peores aspectos.
“La salvación de India depende del sacrificio y la inteligencia de las mujeres”.
LDH: ¿Cuál es la situación actual de las mujeres en India?
E.G.J: Gandhi dio mucha importancia a la mujer y la posición de ésta en la India independiente ha mejorado de manera muy rápida. Muchos de los casos de injusticias sobre mujeres de los que nos enteramos por la prensa son tremendos, no cabe duda; pero, estadísticamente, en India no se cometen más crímenes contra las mujeres que en cualquier otro país. Lo que sucede es que la población india es inmensa, así que las violaciones, por ejemplo, son muchas en número, pero no proporcionalmente al número de habitantes del país. Las mujeres en India han participado en la vida pública y llegado a los más altos puestos en décadas cuando muchas de nuestras democracias occidentales modernas no se planteaban siquiera de lejos la posibilidad de que una mujer tuviera un cargo público de mediana importancia. Algunas regiones de India son un matriarcado. El hinduismo es la única religión en la que lo femenino, las diosas, tienen igual importancia que lo masculino. Las mujeres son imprescindibles para toda suerte de ritos religiosos y, en la práctica, son las que deciden sobre los matrimonios, las compras de casas o tierras, la educación de los niños y otros temas fundamentales en las familias. Hay, indudablemente, mujeres que sufren el machismo en India, pero no se puede generalizar.
LDH: Mark Twain afirmó: “La India es la cuna de la raza humana, la tierra natal del habla y de la literatura, la madre de la historia, la abuela de la leyenda y la bisabuela de la tradición. Sólo en la India se atesoran juntos los materiales más valiosos y constructivos de la historia del hombre”. ¿Todo tiene su origen en India?
E.G.J: Esta frase hay que entenderla como una hipérbole literaria. Pero sí es cierto que India ha dado muchas cosas al mundo, en el terreno del pensamiento, de la ciencia, del arte, etc. Muchas de estas aportaciones no se difundieron bien y se desconocieron, pero India las produjo. La mayoría de los occidentales, por poner un ejemplo, ignora quién fue Aryabhatta, un astrónomo indio del siglo V a.C. que afirmó que la tierra era redonda y giraba sobre su eje muchos siglos antes que Copérnico. India fue pionera en la medicina, en la matemática, en la gramática y en muchas otras disciplinas científicas. Su filosofía es anterior a la de los presocráticos. Sus literaturas alcanzaron una madurez estilística ya antes de la Era Cristiana. No cabe dudar de la gran importancia del legado de India al mundo.
LDH: Encontramos temas indios desde Lope de Vega y Calderón a Goethe, Shelley, Blasco Ibáñez, Kerouac o Hermann Hesse. ¿Qué es lo que ha atraído siempre a escritores y viajeros a India?
E.G.J: Los autores occidentales que se han entusiasmado con India son innumerables. La originalidad de los temas indios ha sido siempre un acicate y una fuente de inspiración en Europa y América. India era el país donde lo imposible era posible y donde la fantasía hallaba un marco idóneo para manifestarse. De ahí el interés que ha suscitado. India fue, hasta el romanticismo, un lugar de magia y misterio. En la actualidad es un país que proporciona unos temas literarios mucho más realistas y crudos, pero siempre distintos e interesantes. Se está descubriendo ahora, por así decirlo, la India real, con todas sus contradicciones y contrastes, lo cual es también interesante para el lector.
LDH: ¿Qué literatura y libros sobre India no pueden faltar en una biblioteca viajera?
E.G.J: Podrían citarse muchos, claro está. Yo recomendaría algunos como La vuelta al mundo de un novelista, de Vicente Blasco Ibáñez; Imagen de la India, de Julián Marías; A través del país que Gandhi despertó, de Adelardo Fernández Arias; Una idea de la India, de Alberto Moravia; o El olor de la India, de Pier Paolo Pasolini, como libros de viajes. Como ensayos o libros informativos recomendaría La India por dentro, de Álvaro Enterría. No recomiendo ninguno de mis libros, porque sería de pésimo gusto hacerlo. También recomendaría algunas novelas ambientadas en el país, para conocerlo mejor: Siddhartha, de Herman Hesse; Los ojos del hermano eterno, de Stefan Zweig; Pasaje a la India, de E.M. Forster; Ven, amado mío, de Pearl S. Buck; Vacación hindú, de J.R. Ackerley; Esta noche, la libertad, de Dominique Lapierre y Larry Collins; Vinieron las lluvias, de Louis Bromfield; Gora, de Rabindranath Tagore; y El dios de las pequeñas cosas, de Arundathi Roy.