José-Miguel Vila: Territorios escénicos. Críticas personales de más de una década de espectáculos, 10 vols., Amazon, 2023.
Nada menos que mil quinientas críticas aproximadamente constituyen el contenido de esta magna obra en diez volúmenes, recientemente presentada, que recoge la experiencia y la sabiduría teatral de José-Miguel Vila, sus comentarios, ideas, juicios y, sobre todo, aportaciones a la escena madrileña de la última década.
Cada volumen cubre una temporada teatral, desde el año 2013 al 2023, presentando una panorámica todo lo completa que el esfuerzo humano lo permite. Pocos montajes habrán quedado fuera de esta colección y ninguna obra de las contempladas por el autor ha carecido de su certera ponderación. Y un valor añadido a ellas: la inmediatez de su publicación, lo que proporciona a las compañías la merecida y eficaz publicidad a sus aciertos y la posibilidad de retoque y pronta rectificación a los elementos susceptibles de mejora que el crítico apunta.
La relevancia de esta publicación es obvia y el propósito de convertirse en cronista fiel de cualquier aspecto de la actividad humana en un periodo temporal ya es elogiable en sí. Pero Vila, en estos escritos, no se limita al hecho concreto de comentar un montaje tras otro, sino que va mucho más allá de ellos. Toma de cada uno de ellos su esencia, la problemática que toca, la innovación que trae, el tópico que perpetúa, la equivocación que comete y convierte su escrito en una serie de pequeñas pero condensadas lecciones de teatro al hilo de lo que ha presenciado. Quien leyera estas críticas sin saber nada en absoluto sobre las obras, sus autores o ni siquiera sobre teatro en general, estaría asistiendo a un provechosísimo curso escrito, a una sucesión —aunque desordenada, no por ello menos valiosa— de clases magistrales sobre el arte de Talía.
José-Miguel Vila muestra la clara voluntad de mejorar el teatro, no solamente de registrarlo para la posteridad. Sus textos mantienen un tono siempre positivo y alentador. Su autor reconoce los esfuerzos de las compañías, menciona los aciertos de dirección, aplaude la calidad de las interpretaciones, no olvida la importancia de la labor de los técnicos, es generoso con sus palabras y procura (y logra) siempre ayudar a perfeccionar el espectáculo que contempla. Ante el error, con humildad y un exquisito tacto, sin ofender jamás, indica lo mejorable y motiva a los artistas. Él mismo ha mencionado la paradoja de que muchas veces los miembros de un elenco le hayan agradecido sus críticas negativas, tal es la elegancia con que las hace. El actor las reconoce como un consejo de amigo. De ahí la referencia a su aportación que aparece más arriba.
Los volúmenes aparecen prologados por profesionales de la escena, en todas sus modalidades. Y la constante que más se deja entrever en estos prólogos no es tanto la capacidad profesional del crítico —dada por descontado y bien merecidamente—, sino curiosamente el afecto que se les ha generado hacia alguien con quien es patente que les hermana el amor hacia el teatro, porque a José-Miguel podría adjudicársele aquella famosa frase de «¿Qué harán por las tardes los que no hacen comedias?». Los prologuistas de esta obra no lo eran en función de su relación personal con José-Miguel, pero al conocer su obra les ha resultado entrañable a todos. Los intereses, las razas, los patriotismos, las políticas separan a los humanos, pero afortunadamente las artes siempre les han unido y parece que seguirán haciéndolo.
Esta recopilación es una publicación artística y científica a la vez, y quien conozca aun mínimamente la obra de su autor —sus otros muchos libros sobre temas de actualidad— no ignora que lo que él tenga que decir sobre cualquiera de ellos es sobradamente digno de atención. Concretamente, este es el documento más completo de unos años apasionantes para nuestro teatro. Aquellos que lo amen deberían atesorar estos escritos, leerlos y releerlos, pues hay mucho que aprender —y también mucho que disfrutar— en lo que encierran sus páginas.