Ana Quintana: Los días sin nubes, Ápeiron Ediciones, Madrid, 2022, 176 págs.
La autora se ha arriesgado mucho con su planteamiento literario para esta novela: la descripción factual y psicológica de unos pocos días en la vida de un personaje protagonista, tras conocer una noticia que cambiará su próximo y corto futuro. Mediante unas acertadas analepsis se completa la información necesaria para que podamos entender al personaje y sufrir con Cristina en sus últimas andanzas.
Al igual que lo cómico, para ser bien apreciado, pide indiferencia y distanciamiento para que el lector no padezca con los problemas a los que se enfrentan los personajes, a la literatura dramática se le exige todo lo contrario: cercanía, empatía, conflictos comunes a muchos otros que nos permitan vivir en parte de la existencia de aquellos que los sufren en la ficción. Aquí, Ana Quintana ha destacado sobre muchos autores famosos de su generación que nos conmueven mucho menos de lo que ella consigue hacer.
Los días sin nubes, primera novela larga de Ana Quintana (cultivadora también de otros géneros), logra algo complicado y que no en todos los libros se da: que te sumerjas en el mundo vital de sus personajes y que llegues a considerarlos como personas que casi existieron y de cuyas tristezas y alegrías puedes participar. La obra consigue que entres en el juego y seas, con tu imaginación, partícipe activo en el proceso literario.
No es, por tanto, una obra cómoda ni ligera: toca temas intensos, como la enfermedad o la violencia, y abunda en situaciones críticas y angustiosas, pero siempre increíblemente cercanas a la realidad de los lectores. «Podría haberte sucedido a ti», sería lo que pensaría un lector inteligente. Y a partir de ese momento, la lectura de la novela de Quintana se hace más intensa y, por alguna ignota ley cósmica, cuanto más le entregas a un libro tanto más el libro te devuelve. Este es el caso de esta novela.
Quintana demuestra más allá de toda duda que conoce a la perfección los secretos de la escritura. Que nadie piense que su primera novela larga contendrá los inevitables defectos del principiante: no es así. La autora domina indiscutiblemente las técnicas narrativas, sabe dotar a las reflexiones de sus personajes de un alto grado de solidez psicológica y es hábil al hacer la necesaria gradación de las emociones. La palabra que se nos viene a la mente tras una lectura crítica de la obra es ‘equilibrio’ en todas sus facetas: en la dosificación de los conflictos argumentales, en la bien medida alternancia entre los diálogos y las descripciones y en el reparto de contenidos e intervenciones en los diversos personajes que nos presenta.
La novelista acierta con la baza connotativa de titular sus capítulos con elementos gastronómicos que funcionan como símbolos cercanos y originales de lo que va sucediendo en la trama.
Quedaría solo por mencionar su elegancia de estilo y su completa perfección gramatical, algo que debería darse por descontado y ser un mínimo exigible a cualquier escritor; pero como desgraciadamente no lo es ni de cerca en el panorama literario del momento actual, merece una mención personalizada allí donde se da. Estamos convencidos de que en Ana Quintana tenemos autora para mucho y, vista su trayectoria y capacidades, creemos que su futuro literario será cada vez más halagüeño.