Michel de Notredame (1503-1566), un judío de Provenza más conocido por su nombre latino, Nostradamus, fue uno de los más famosos hombres de su siglo. Ejerció la medicina durante toda su vida de una manera original y atrevida para su tiempo. Sin embargo, la posteridad le recuerda únicamente por sus profecías.
Como médico, combatió la peste bubónica por toda Francia, haciendo hincapié en la mejora de la dieta y de las condiciones higiénicas de los contagiados. Desarrolló una «píldora rosa», con alta concentración de vitamina C, que resultó eficaz en muchos casos. Se destacó como apotecario y creó diversas fórmulas para la cura de males considerados irreversibles hasta el momento.
Sus profecías, escritas en verso en forma de cuartetas, no fueron muy efectivas. Muchos sostienen que ninguna cuarteta suya se ha interpretado antes de que tuviera lugar el suceso supuestamente predicho. Las relativas al futuro son vagas e imprecisas: terremotos, inundaciones, hambrunas, guerras, invasiones y masacres, que pueden asociarse a cualquier época y lugar.
No obstante, siempre ha tenido multitud de partidarios que le consideran el mayor profeta que ha habido. Afirman categóricamente que predijo todas las catástrofes del mundo, desde su época hasta el año 3000, que será claramente el fin del mundo.
Una explicación alternativa es que sus visiones no se refieren a eventos futuros. Escribía en lengua críptica y metafórica para opinar sobre sucesos de su tiempo y criticarlos. Lo hizo así para evitar ser perseguido por hereje por la Inquisición.