Fue uno de los más exquisitos y originales miembros del grupo poético del 27. Creció en la huerta del Segura y pasó sus primeros años en pleno contacto con la naturaleza, observando sus misterios: las estrellas, el sol, los animales, el ciclo de las estaciones…
Su humilde origen le privó de una educación formal. Era hijo de un tratante de ganado y a los quince años hubo de abandonar los estudios por orden paterna para dedicarse al pastoreo de cabras desde el amanecer. Por la tarde las ordeñaba y repartía la leche por el vecindario.
Allí, en los montes, mientras cuidaba el rebaño, leyó con avidez sus primeros poemas. Tuvo una formación autodidacta. Leía todo lo que caía en sus manos. Los grandes autores del Siglo de Oro —Lope, Calderón, Góngora— fueron principalmente sus maestros.
Un buen día, por no tener ya más libros que leer, decidió empezar a escribir. Su personal estilo, mezcla de clásico y moderno, revolucionaría la poesía castellana.
Tras acabar su jornada laboral, frecuentaba la tertulia literaria del lugar, donde conocería a su amigo y mentor Ramón Sijé. Hasta 1931 no iría a Madrid ni sería reconocida su calidad artística.
Uno de sus compañeros de generación dijo de él: «El pastor-poeta es pastor y poeta por naturaleza. Sus versos fluyen de su vívida imaginación como la leche al ordeñar.»
Miguel Hernández (Orihuela, 1910- Alicante, 1942) fue un gran poeta que impulsó a su generación con su aportación de elementos clásicos y sirvió de modelo para muchos autores posteriores. Por su ideología republicana acabó sus días en la cárcel.