La condesa Du Barry sucedió a la renombrada Madame Pompadour en el corazón y el lecho de Luis XV de Francia.
El ascenso de Jean Bécu (1743-1793) hasta el pie del trono fue rápido. Había sido peluquera, criada, dependienta y finalmente prostituta de lujo en París. El cardenal Richelieu la tomó bajo su protección y organizó un encuentro accidental en Versalles para que sedujera al monarca y luego le ayudara a acabar con sus enemigos políticos.
Luis XV se encaprichó y la convirtió en su amante. La casó con el conde Du Barry, presentándola en la corte, y le regaló varios palacios y una cantidad exorbitante de joyas. Para mejor gozar de sus favores se hizo construir un elevador manual que hacía llegar la comida a la alcoba real, para que ambos amantes no tuvieran que interrumpir sus juegos amorosos.
La condesa empleo su belleza para dictar la moda en Francia. Su carácter bondadoso y amable le granjeó el afecto de los cortesanos, aunque sufrió la oposición de la familia real y de María Antonieta, la esposa del Delfín, debido a su escandaloso pasado.
Según se rumoreaba, ella misma se encargaba de facilitar al monarca cuerpos jóvenes para excitarle, sabedora de que no podían competir con sus encantos.
A la muerte del rey fue desterrada de la Corte y se retiró a sus posesiones, pero sus inmensas riquezas provocaron que el Tribunal Revolucionario la condenara a la guillotina.