Los Dioses han abandonado Satyapur, un reino ubicado en la India, acuciado por una persistente sequía que está llevando a la ruina a sus ya empobrecidas gentes. La más reciente novela de Enrique Gallud Jardiel, el prolífico autor, nieto del genial Enrique Jardiel Poncela -es inevitable referirlo-, en esta ocasión se interna en el más complejo mundo de la narrativa, con esmero y acierto.
Los Dioses Dormidos es una novela que cumple -según mi personalísimo criterio- una misión esencial: engancha. Se trata de una historia que no solo nos transporta a la legendaria y misteriosa India, con su forma peculiar de contemplar la existencia eterna y mundana, donde todos formamos parte del TODO, en su esencia inmutable.
Pero también es una novela de personajes, de acción, donde los giros dramáticos son constantes y no te permiten dejar de leerla, porque simplemente quieres saber qué va a ocurrir. Ese es el talento del mejor narrador, el que te embauca en una historia de la que participas página a página, algo que consigue con notable excelencia Enrique Gallud Jardiel.
La trama, como comentaba al comienzo, nos traslada a un reino que sufre la penuria de la peor de las crisis, la sequía pertinaz que conduce a un pueblo, eminentemente agrícola, a la escasez. En este punto, nos encontramos con las distintas propuestas para encontrar solución. De un lado, desde el punto de vista creyente y religioso; o desde el punto de vista más pragmático, el del Primer Ministro, descreído de las fórmulas invocadores a los dioses, que tanta fe profesan los habitantes de Satyapur, incluso de su propio Rey.
Maya, la bailarina que tantas sopresas nos deparará en la narración se convierte, de forma espontánea, o no tanto, en uno de los posibles remedios para poner fin a tal sequía. Tendrá que convencer a un asceta PURO, llamado Dev, para que invoque a Shiva y a todos los DIOSES, que parecen DORMIDOS, y se alejen del letargo en el que permanecen olvidando a los humanos.
Gallud Jardiel nos conduce por la colorista y mágica India, con su constante zozobra entre la lucha contra el hambre y el respeto a la vida animal, con su vocación por las leyendas, el aprendizaje humano y su perfeccionamiento constante. Manteniendo un ritmo vibrante, Los Dioses Dormidos le hará al lector mantener la atención y el interés por la intriga que se va tejiendo página a página.
Los Dioses Dormidos nos presenta una más que interesante propuesta: un retrato de la vida social, política, religiosa y humana -incluso divina-; un relato, en definitiva, que merece la pena leer porque a su conclusión, el lector sentirá haber gozado con la siempre mágica experiencia de un placer que se va olvidando: ¡LEER!