Los dioses dormidos (Falsaria)

Los dioses dormidos (Falsaria)

De Enrique Gallud Jardiel sorprende la maravillosa capacidad que tiene de hacer humor sobre lo más rancio de la literatura y de hacernos reír al sacar de contexto tópicos de nuestra lengua que están tan anquilosados como los mármoles de una columna. En ese sentido, Enrique Gallud Jardiel es un hombre que gusta desacomodar sillas, no es un escritor ni consentido ni previsible, en todas —que son muchas— sus obras, sean de ensayo o de humor, va llevando al lector por lugares donde nadie se atreve.

La aparición de Los dioses dormidos es otra comprobación tácita de su talento y de que estamos ante un prodigio: mudado de su habitual registro, Enrique Gallud Jardiel nos regala una obra de ficción histórica en toda regla, una novela con todos los contenidos cinematográficos del género: contexto de época —la India antigua, para mayor interés—, narrativa intensa, diálogos magistrales —algunos para enmarcar—, esa mitología india que cautiva hasta las piedras porque posee magia, heroísmo, redención, poder al servicio de una historia atrapante que nos conducirá a las sombras de Maya, una bailarina de palacio a quien se le encarga una misión muy especial.

A esta joven y hermosa cortesana se le encomendará la tarea de seducir a un asceta que, con los poderes que ha adquirido mediante la meditación, será el único que pueda realizar el ritual de sacrificio que salvará al reino de la hambruna y la sequía. Disparador para que el lector esté presente en una radiografía en 3D de las relaciones de la época —muchas de las cuales, como la situación de las mujeres, siguen vigentes—, sin artilugios facilones, sin florituras que exasperan: no hay amateurismo en Los dioses dormidos. Todo lo contrario: es una obra escrita por un especialista y académico de la cultura india. O como dice el propio autor en una entrevista: «La lengua hindi (que conozco bien, por haber vivido diecisiete años en la India) y sus particularidades me han ayudado a dar verosimilitud a los personajes y un sabor típicamente indio a los diálogos».

Hasta los pormenores históricos del sentido de casta de la sociedad india, los rituales tradicionales o el folklorismo, están en Los dioses dormidos como parte de un plan perfectamente ejecutado: contar una historia de ficción entretenida y minuciosa desde el punto de vista de la ambientación, que atrapa al lector entre la abundancia de personajes, las intrigas de palacio, los secretos, las luchas políticas y un amor que florece a cuatro bandas y cuyo final nos dejará extasiados.

Los dioses dormidos aborda con cuidado, con conocimiento de causa, la espiritualidad que anida en la cultura india y el arraigo de la magia —a veces positiva, otras veces mesiánica, temerosa, inculta—. Giros vertiginosos y un ritmo de aventuras son los ingredientes principales de esta exótica novela que nos transportará a un mundo en el que las bayaderas de la corte son instruidas en las artes amatorias y las diferencias entre hombres y mujeres marcarán el devenir de la historia.