Muchos consideran a Leonardo el genio mayor de la humanidad. Sin quitarle mérito diremos que no siempre le acompañó el éxito.
A partir de 1472 Leonardo trabajó como camarero para subvencionar sus gastos. Al poco abrió un restaurante, donde en tres años entró poquísima gente.
Intentó revolucionar la gastronomía tradicional. A él le debemos innovaciones tan curiosas para su tiempo como cocinar con venenos, listas de insectos comestibles, un manual de conductas indecorosas en la mesa y las primeras dietas.
Fue el creador de la nouvelle cuisisne. Diseñó platos primorosamente presentados con pequeñas porciones de comida sobre pedacitos tallados de polenta. Esto le acarreó las iras de su protector, Ludovico Sforza, que le había nombrado maestro de festejos y banquetes de su corte. Pero cuando cocinaba Leonardo, Ludovico siempre se quedaba con hambre.
Algunos de sus platos: una anchoa enrollada sobre una rebanada de nabo tallada en forma de rana, dos mitades de pepinillo sobre una hoja de lechuga, testículos de cordero con crema fría, un anca de rana sobre una hoja de diente de león, una pezuña de oveja hervida y deshuesada…
Fue también el inventor de los electrodomésticos para la cocina. Sus mecanismos precisaban del esfuerzo de ocho o diez mozos y varios caballos, por lo que en vez de veinte cocineros trabajaba casi un centenar de hombres. Diseñó descomunales maquinarias tiradas por bueyes para machacar ajos, asadores automáticos, cepillos giratorios para limpiar suelos, cintas transportadoras y muchas otras. Construyó una máquina para eliminar las ranas de los barriles de agua: al saltar el animal sobre la trampa, se ponía en funcionamiento un martillo que le daba en la cabeza.
Pero estos ingenios no siempre funcionaban bien: fuelles gigantescos llenaban las cocinas de humo, los animales se paseaban a su antojo entre los fogones y una gran noria vomitaba agua sobre el suelo, convirtiendo este laboratorio de Leonardo en un inmenso caos.
Leonardo (Vinci, 1452- París, 1519) fue pintor, escultor, arquitecto e ingeniero. Innovó en innumerables campos y sentó precedentes para numerosos inventos. Se le considera un magnífico ejemplo del genio renacentista y del humanismo.