La producción literaria de Enrique Jardiel Poncela es insondable en un doble sentido: primero, por la profusión de escritos, propia de un grafómano y en segundo lugar, porque raramente tocó fondo, por lo que mantuvo una calidad literaria que le llevo a una gran renovación del teatro y el humor en España. Por este motivo, resulta una grata noticia que sigan saliendo a la luz, compilados en bonitas ediciones, textos humorísticos de Jardiel que si bien fueron publicados, lo hicieron en un ramillete muy variado de publicaciones de los años 20 y 30, hoy solo localizables en algunas hemerotecas. Hablamos de esos gloriosos antecedentes de La Codorniz y El Jueves como las revistas Gutiérrez y Buen Humor pero también periódicos como ABC, La Correspondencia de España o La Libertad.
Como muy bien sostiene el nieto del maestro, el escritor Enrique Gallud Jardiel, a cargo de la edición de El hombre que iba a casa del dentista y otros cuentos inéditos, la ausencia de estos relatos en recopilaciones realizadas en su día por Jardiel no significaba que carecieran de calidad, sino que el autor escribió tanto, que por fuerza tuvo que dejar en la estacada textos memorables.
Algunos de ellos los podrá encontrar el lector en esta obra, 31 relatos presentados sin orden cronológico, y que se cierra con un «Artículo póstumo», una sentida necrológica sobre Jardiel Poncela escrita por el mismo.
Porque en la mayoría de los cuentos, Jardiel es el protagonista. El humor que destila es un absurdo inteligente, cuajado de recursos estilísticos, de comparaciones ingeniosas («Estanislas era feliz, con esa felicidad genuina de los hombres que no han estudiado el Tratado de la Mónada de Leibniz».); Jardiel se jalea a sí mismo si le sale un párrafo o una frase especialmente rimbombante; mantiene incluso un diálogo con su estilográfica al final del cuento y en todos ellos se palpa la misma alocada alegría de vivir que en una película de los Hermanos Marx.
En este sentido, uno de los relatos más logrados, porque es casi una escena de alguna de sus comedias corales, es «El incendio», que narra la reacción de una familia numerosa cuando se origina un fuego en la cocina.
En los cuentos de Jardiel hay radios inmensas, pianolas, raids de aviación, grandes trasatlánticos, automóviles Ford y hasta algo tan arqueológico como el copete del trinchero. Un mundo, el de los años 20 y 30, visto desde la óptica del humor de uno de los grandes maestros. Ya lo dice Jardiel en un momento del libro en el que se hace un profundo silencio: «No se oía ni el vuelo de un junkers».