1) Cuando escribes ¿piensas más en los lectores o en la tradición literaria?
Cuando escribo no pienso en ninguna de las dos cosas: únicamente me concentro en el producto y su óptima elaboración. Luego es cuando vienen a la mente las otras ideas. Por supuesto, se escribe para los lectores. Creo que todos tenemos un deber para con los demás. Si yo disfruto con la música de Mozart, ya no se lo puedo agradecer a él y tampoco pagársela a sus herederos. Pero sí puedo dejar algo bello para que otros lo disfruten cuando yo no esté. Los conocimientos que adquieres durante la vida o tus capacidades no puedes guardártelos para ti, sino que debes compartirlos.
2) Tienes alguna «manía» a la hora de escribir?
Ninguna en absoluto. Puedo escribir en cualquier hora y lugar, en medio del ruido y en posiciones incómodas. El proceso de escribir me absorbe y me hago menos consciente de las condiciones exteriores.
3) ¿Qué obras y autores te han marcado más como escritor?
Mis autores preferidos son los clásicos españoles del siglo XVII. Como humoristas, creo que Quevedo, Mark Twain, Juan Pérez Zúñiga, Pedro Muñoz Seca y Enrique Jardiel Poncela serían mis modelos.
4) ¿Con qué cuatro adjetivos describirías tu escritura?
Paródica, desmitificadora, amable y culturalista.
5) ¿El escritor «nace» o «se hace»?
Se hace, leyendo y aprendiendo a base de escribir mucho e ir mejorando el estilo. Yo no creo en la inspiración, sino en conocer las herramientas del oficio y practicar para mejorarlas con destreza.
6) Además de la literatura, ¿qué otras expresiones artísticas influyen en tu obra?
Indudablemente el cine. Pero es que el cine es otra forma de literatura. Soy también aficionado a la pintura y a la música, pero estas artes no tienen influjo visible.
7) ¿La literatura ha de cumplir una función ético-social?
Por supuesto. La literatura de evasión sirve para aliviar nuestros sufrimientos vitales. Y la literatura «comprometida» critica las cosas para mejorarlas. El escritor tiene un deber de dejar un mundo mejor que el que se encuentra o, al menos, más comprensible para los que leen.
8) ¿A quién no le recomendarías tus libros?
A las personas serias, dogmáticas e intransigentes no les puede gustar mi literatura, que creo modestamente que es todo lo contrario. A ellos no les recomendaría mis libros, porque serían incapaces de entenderlos.