Según las crónicas, Lady Godiva fue una dama sajona de gran hermosura, casada con Leofric, conde de Chester y Mercia y señor de Coventry. La historia se sitúa en el siglo XI.
El noble abusaba de sus vasallos con excesivos impuestos. Cuando pretendió subirlos aún más, los campesinos pidieron ayuda a la señora del castillo. Lady Godiva, compadecida, intentó interceder por ellos. Su esposo, para disuadirla, fingió acceder, con la condición de que ella debería recorrer el condado de Coventry montada a caballo y sin más vestiduras que sus cabellos, para que todos pudieran contemplar su belleza. Ante la sorpresa de Leofric, ella aceptó el reto.
Tras fijar una fecha, se despojó de sus ropajes y durante toda una jornada cabalgó por todo su feudo sobre un caballo blanco. Los vasallos, por puro respeto hacia su señora y para no turbarla, se encerraron en sus casas durante todo el día y cerraron sus ventanas. Todos lo hicieron, menos un sastre, que no pudo evitar la tentación de contemplar desnuda a la bella mujer. A éste se le pasó a conocer como Peeping Tom (“Tom, el mirón”) y la leyenda cuenta que la radiante hermosura de Godiva le dejó ciego.
Su esposo cumplió su parte del trato y redujo los impuestos. Desde entonces Godiva es una figura enormemente respetada en los tres condados y un motivo iconográfico frecuente en la tradición inglesa.