Hoy traemos a La Orilla de las Letras el libro La India en Occidente. Cuando pensamos en la India rápidamente nos vendrá a la mente un país extraño, exótico, de creencias peculiares y una religión con millones de dioses en su cosmogonía. La visión y relación que occidente ha tenido de la India ha cambiado según épocas, autores y avatares políticos: desde esa concepción lejana y exótica de la Edad Media hasta las difíciles relaciones entre Reino Unido y sus colonias. Los pensadores y literatos occidentales pueden dividirse entre los que han considerado a la India cuna de la religión y filosofía, los que la consideran el paraíso de lo «exótico» y los que sencillamente piensan que es un país atrasado lleno de supersticiones.
Esa consideración tradicional de la cultura india como «exótica», «extraña» o «fascinante» hace que nos coloquemos en la distancia. Lo exótico es siempre «eso que no es como nosotros». El egocentrismo que nos caracteriza a los occidentales hace que siempre nos consideremos «descubridores» de territorios y civilizaciones, y que veces hayamos visto esas civilizaciones exóticas más como un parque de atracciones que como una cultura a la que tratar de igual a igual.
Justamente es lo que este libro trata de hacer, demostrar que la cultura india no es ni mucho menos distante ni extraña, sino que muchos conceptos filosóficos o literarios que se han tenido en occidente son netamente indios, si bien muchas veces no hemos sido conscientes. Y Enrique Gallud lo hace haciendo un recorrido rigurosamente cronológico por los principales filósofos y literatos occidentales.
El libro comienza con el mismísimo Pitágoras. Hay quien dice que Pitágoras estuvo en la India y obtuvo parte de sus conceptos matemáticos y filosóficos de los Brahmanes indios. En cualquier caso su filosofía tiene bastantes paralelismos con la filosofía hindú. La influencia que Pitágoras tuvo en filósofos posteriores como Platón nos hace ver cómo los conceptos e ideas filosóficas hindúes acabaron en las corrientes filosóficas occidentales olvidando, en gran medida, su origen hasta tiempos relativamente modernos. El monismo panteísta hindú puede verse en la obra de teólogos y filósofos como Ramon Llull, Hochcheim (lo que le valió una denuncia de la Inquisición por blasfemia librándose de la hoguera por muy poco), Miguel Servet (que fue conducido a la hoguera por Calvino) o Giordano Bruno (que corrió la misma suerte que Servet). Posteriormente pueden verse claros rasgos de estos pensamientos en Spinoza o Voltaire, que era muy consciente del papel de la India en la evolución religiosa, filosófica y espiritual de occidente, hasta llegar a Schopenhauer, que era un gran entusiasta del orientalismo.
Paralela a esa influencia en la filosofía corre la influencia de los textos indios en la literatura. La India tiene uno de las producciones literarias más antiguas y ricas del mundo. Por una parte tenemos autores occidentales que han versionado relatos hindúes. Sorprende por ejemplo el uso de historias de origen indio que hace Don Juan Manuel en su famoso Libro de los enxiemplos del conde Lucanor et de Patronio, o el origen indio de uno de los relatos del Decamerón de Giovanni Boccaccio. Posteriormente el interés de los autores románticos por todo lo oriental hizo que el contacto fuese aún más intensivo, que se tradujeran las antiguas obras indias, que influyeron a autores como Goethe, Wordsworth o Bécquer.
Y por supuesto no podemos olvidar las obras literarias escritas que transcurren en la India como las que escribieron Julio Verne, Walter Scott, Emilio Salgari o Rudyard Kipling. Pese al carácter aventurero de sus libros, éstos autores describían la cultura y las gentes del escenario que estaban utilizando y es inevitable observar el posicionamiento con respecto a ella y la forma con la que el autor se ha documentado.
La India en Occidente de Enrique Gallud Jardiel hace, por tanto, un recorrido amplísimo por toda la cultura occidental. El autor hace gala de un gran conocimiento tanto de las obras y filosofías hindúes como de las occidentales. Pese al tema y al enorme recorrido que abarca podría pensarse lo contrario, es un libro relativamente corto y ligero. El autor busca un análisis breve de cada personaje, deteniéndose ligeramente en aquellos de especial relevancia. Esto hace que, pese a estar dividida en los distintos personajes, el concepto que nos queda realmente es el nexo común que los une a todos ellos.
Y, sobre todo, esta obra es un libro de libros. Esa rápida visión de 2500 años de historia nos deja claro esa influencia en occidente, pero además deja una multitud de hilos de los que tirar en posteriores lecturas: desde las obras hindúes que fascinaron a grandes personajes como las propias obras de éstos grandes personajes.