“Algo huele a podrido en Dinamarca”, afirma el protagonista de la tragedia Hamlet, príncipe de Dinamarca, probablemente la más famosa de su autor, William Shakespeare. Aún así, la inmortal obra del bardo de Avón popularizó la localidad de Elsinor (en danés Helsingør), una ciudad portuaria del noroeste de Selandia, situada frente a Helsingborg, en Suecia.
Aquí se emplaza el castillo de Kronborg, donde se ambienta la tragedia. Se empezó a construir en 1574, por orden de Federico II, en estilo renacentista holandés, sobre las ruinas del fuerte medieval de Krogen. Era un lugar estratégico y su propósito era asegurar el pago del impuesto de paso para acceder al Báltico. En siglos posteriores ha sido cárcel, cuartel, museo marítimo y lonja de comercio. Desde el 2000 está considerado patrimonio de la Humanidad.
Es la obra de Shakespeare la que nos sugiere un lugar oscuro y tétrico, haciéndonos imaginar un lugar desolado y solitario, apartado del mundo y deprimente. En realidad, Kronborg es un edificio elegante, situado en un bello paisaje y no responde al tópico de castillo siniestro. El recinto consta de una serie de diversos edificios rodeados por una muralla de escasa altura.
En el año 1816, para conmemorar el segundo centenario de la muerte de Shakespeare, se representó Hamlet en el patio del castillo. Los actores que interpretaron la tragedia fueron los soldados que integraban entonces la guarnición del castillo.