Giuliano della Rovere (1443-1513) accedió al Solio Pontificio con el nombre de Julio II. Su pontificado duró desde 1503 a 1513 y se le conoce como “El Papa guerrero” debido a la gran actividad militar que desarrolló contra aquellos a los que consideraba enemigos del estado Vaticano.
Antes de su nombramiento conspiró contra su principal rival, el Papa Alejandro VI, a quien acusó de haber sido elegido mediante simonía y a quien intentó deponer con la ayuda del rey francés Carlos VIII.
Se le eligió para la silla de San Pedro en el cónclave más breve de la historia, de tan sólo unas horas de duración. Fue más un monarca que un pastor y dedicó grandes esfuerzos a intentar unificar toda Italia bajo la dirección del Vaticano. A caballo, armado y vestido con coraza, condujo en persona los ejércitos eclesiásticos contra Perusa y Bolonia, que rechazaban la soberanía papal. Más tarde atacó Venecia, Génova y Milán. Como capitán de las tropas pontificias conquistó Mirandola, Mirandola, ciudad aliada de Francia, a quien declaró la guerra. Junto con el poder militar, no dejó de emplear frecuentemente el arma de la excomunión contra sus enemigos políticos.
Pese a su belicosidad extrema, supo patrocinar las artes. Inició la construcción de la Basílica de San Pedro. Protegió a Rafael y a Miguel Ángel, a quien encargó los frescos de la Capilla Sixtina. El pintor, agobiado por sus exigencias, le representó con la cara desfigurada.