El nieto del dramaturgo publica un ensayo que reivindica la producción narrativa y poética del autor que despertó «la risa inteligente» en cada una de sus obras
VALENCIA. «Jamás he sido hombre de ‘derechas’ o de ‘izquierdas’ (refiriéndome siempre a las españolas). Me gustaron siempre las ideas inherentes a los dos bandos y con su mezcla estaba hecha mi ideología ecléctica», decía el dramaturgo Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) cuando contaba cómo durante casi toda su vida literaria fue rechazado tanto por los partidarios de la República como por los franquistas.
Esta y otras afirmaciones del escritor se recogen en el ensayo ‘Jardiel. La risa inteligente’ (Editorial Doce Robles) que su nieto Enrique Gallud Jardiel ha recopilado junto a documentos inéditos, fotografías, cartas y carteles para analizar la faceta «novelística y poética» de un escritor conocido, sobre todo, por su extensa producción teatral.
«Jardiel Poncela es famoso pero no bien conocido. Y había aspectos sobre su producción narrativa que no se habían analizado. Con este ensayo, se va a conocer a Jardiel Poncela desde todos los puntos de vista, pero, ante todo, como un gran escritor de novela y poesía», dice Gallud Jardiel, natural de Valencia.
Como ejemplo, cita sus principales y primeras novelas ‘Amor se escribe sin hache’ (1928), ‘Pero… ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?’ (1931) y la famosa ‘La tournée de Dios’ (1932), un libro que le colocó en el centro de la polémica. «Sus textos estuvieron prohibidos durante la República y, también, durante la dictadura. Eran libros tan vanguardistas que siempre lo situaron como un escritor incómodo». Prosigue: «Era un hombre con una ideología individualista, tenía ideas muy personales. Era una artista, en contra de unos y de otros y fue muy crítico con los dos extremos. Así que nunca se le perdonó», cuenta.
Su fama como novelista le llegó en los años 30 y 40. Fue innovador y pionero en muchos sentidos. Pero, después, su producción literaria se eclipsó por sus obras de teatro. Entre ellas, más de cuarenta piezas como ‘No se culpe a nadie de mi muerte’ (1926), ‘Usted tiene ojos de mujer fatal’ (1932), ‘Un marido de ida y vuelta’ (1939), ‘Eloísa está debajo de un almendro’ (1940), ‘El sexo débil ha hecho gimnasia’ (1946) y ‘Como mejor están las rubias es con patatas’ (1947).
Además, fue también un gran poeta. «Escribe versos humorísticos, un tipo de poesía que, quizás, no estaba muy extendida. Formó parte de la generación del 27. Pero por esa particular forma de escribir, no está incluido su nombre junto al de autores como Lorca, del que era muy amigo», confiesa el autor. «Fue discípulo de gente como Ramón Gómez de la Serna u Ortega y Gasset, pero su humor era muy cosmopolita, huía del sainete. Su producción poética ha traspasado modas», cuenta en el libro.
Lo cierto es que él aseguraba que el humor es un producto de la inteligencia. «Pero éste no gana premios, no está reconocido», asegura el ensayista, quien también desgrana alguno de los pasajes más personales del dramaturgo. «Su padre era periodista y su madre pintora. Se crió en un ambiente que le llenó de cultura. Pero él no estudió mucho», cuenta al confirmar que abandonó la carrera de Filosofía y Letras. «Fue un bohemio que vivió en el mundo intelectual de los años 30 y 40. Muy amigo de Lorca, viajó mucho, fue muy conocido en Latinoamérica. En el terreno personal era una persona muy enamoradiza. Vivió muy bien y disfrutó de la vida», señala. No obstante, «Jardiel Poncela murió en la miseria», asegura su descendiente. «Si hubiera sido de otro país, se le hubiera reconocido y pensionado. Pero en España, no», asevera.
¿Es necesario reivindicar su figura? «Más que nunca», contesta su nieto. «Existen obras suyas que ya no se reeditan. Y no se ha analizado tampoco su extensa relación con el cine. Yo estoy trabajando para recuperar su legado, asegura su nieto.