El escritor y dramaturgo Enrique Jardiel Poncela, madrileño de nacimiento, “se sentía aragonés de corazón”. Su nieto, Enrique Gallud Jardiel, que presentó ayer en Zaragoza una biografía sobre su abuelo reconoce que, “pese a sus muchos viajes por el mundo y su bien conocido cosmopolitismo, nunca renunció a su origen y fue probablemente mucho más aragonés de lo que él mismo se figuraba”.
‘Jardiel. La risa inteligente’ es el título de la obra, que cuenta con un capítulo especial sobre su vinculación con Aragón y Quinto y explica con detalle aspectos poco conocidos de sus relaciones personales, frustraciones, ideología, fracasos, ruina y su final. También analiza las claves de su humor en teatro y cine. El prólogo es del director de cine José Luis García Sánchez, un declarado entusiasta de su obra.
Incomprendido por la crítica y prohibido tanto en la República como en el Franquismo, Enrique Jardiel Poncela, uno de los humoristas literarios más relevantes del siglo XX, dejó de escribir novela, “que era lo que más le gustaba”, y se dedicó al teatro para poder publicar su obra. “No gustó a unos y a otros”. La izquierda lo veía de derechas y la derecha de izquierdas, se prohibieron sus novelas, pero lo cierto es que Jardiel Poncela (1901-1952) era un individualista, que depende en qué asuntos “comulgaba más con lo tradicional o los progresistas”, explicó su nieto, Enrique Gallud Jardiel.
Gallud (Valencia, 1958) no conoció a su abuelo, pero sí ha estudiado los documentos que dejó, además de contar con los numerosos testimonios de su madre.
Jardiel Poncela quería innovar el teatro cómico y escribir un tipo de literatura nueva, lo que hizo que la crítica no lo aceptara hasta “20, 30 y 40 años después”.
En la biografía aparecen cartas generalmente familiares, de las que sus descendientes conservan entre “50 ó 60” y que son curiosas, ya que están escritas en tono de humor e incluso en verso. En esta obra, que acaba de publicar la editorial aragonesa Doce Robles, aparecen, además, versos inéditos, bocetos, viñetas que no se habían vuelto a editar desde los años 20 e incluso publicidad cómica para los entreactos diseñada por Jardiel. Hay, también, manuscritos, como el de la novela ‘¿Pero… hubo alguna vez once mil vírgenes?’, en la que se puede leer aquello de “la mujer harta de besar hombres va a buscar al hombre harto de besar mujeres”.
Bocetos de escenografía
Uno de los bocetos más llamativos que se editan corresponde a una escenografía móvil para el teatro que inventó Jardiel pero que no pudo llevar a cabo.
”A Jardiel Poncela le gustaba abarcar un poco toda la faceta del teatro. No se limitaba a escribir las obras, sino que se preocupaba del escenario, de la publicidad de entreactos, etc… Quería que la representación tuvieran el mismo estilo. Le gustaba el teatro, no solo ir a su casa a escribir”.
Muy sociable, divertido, poco convencional –en ocasiones rompía con las normas de buen comportamiento y decoro–, apasionado y con “muchas aventuras amorosas”. Así era Jardiel Poncela, que vivió intensamente y lo pasó “muy bien” hasta que cayó enfermo y murió con un cáncer de laringe el 18 de febrero de 1952. En su tumba figura la inscripción: “Si buscáis los máximos elogios moríos”. Falleció sin escribir el ambicioso proyecto literario para crear una serie de sátiras sobre los oficios.