Historia estúpida de la literatura (Omar Torres)

Historia estúpida de la literatura (Omar Torres)

Hoy en #MundoLiterario os queremos presentar la obra “Historia estúpida de la literatura”, de Enrique Gallud Jardiel (Ediciones Espuela de Plata). Un ensayo mordaz con índole burlesca sobre algunos de los grandes hitos de nuestra literatura.

Si uno analiza la idiosincrasia de las grandes obras de la literatura coincidirá en que éstas se suelen caracterizar por una excesiva seriedad, lo cual en muchas ocasiones las convierte en auténticos “huesos” muy difíciles de roer para el lector medio. ¿Quién hoy en día sería capaz de enfrentarse a una “Ilíada” o a un “Don Juan Tenorio” sin desfallecer de tristeza? Además, la complejidad de estas grandes obras frecuentemente las ha relegado a un público de grandes aptitudes literarias, siendo inalcanzables (o directamente insufribles) para la mayoría.

Esta reflexión es compartida por Enrique Gallud Jardiel, autor de “Historia estúpida de la literatura”. Doctor en Filología Hispánica Cum Laude, dio clases en la Universidad Jawaharlal Nehru de la India donde, por otro lado, ha vivido. Es además especialista en indología, imparte talleres de interpretación, ha dirigido tesis doctorales… Con este inconmensurable currículo, Enrique Gallud Jardiel termina escribiendo un libro tras cuyo nombre irónico título, “Historia estúpida de la literatura”, encontraremos una diversa y heterogénea recopilación de artículos y poemas de índole burlesca sobre literatura o, mejor dicho, sobre la Gran Literatura.

La obra comienza con una serie de críticas (siempre en tono burlesco) de temas que han sido tratados por los grandes de la literatura. Podemos encontrar alusiones extravagantes al ventilador en obras de Calderón de la Barca, José de Espronceda o en el gran Azorín.

No hay objeto más valioso
que el ventilador en marcha
pues refresca, como escarcha,
el verano bochornoso
que es, por su calor, odioso.
Y por ello no hay señor
que tenga un poco de honor
y tenga un poco de hacienda
que no ponga en su vivienda
un bello ventilador.

“Amar armándose un lío” (1647), José Luis Calderón de la Barca

También podremos encontrar otros temas como el trato poco agraciado a las mujeres en boleros o las enseñanzas que prodigan las tan tradicionales zarzuelas, sin faltar los villancicos, cuentos populares o infantiles, que el autor critica pero siempre con el mérito de hacerlo con estilo y buen gusto.

Después hallaremos una completa guía para desentrañar hasta el más divertido absurdo las obras imperecederas de Shakespeare, Cervantes, Zorrilla, Homero, Umberto Eco Luis de Góngora. Sus grandes obras se convierten, gracias a la destreza Enrique Gallud, en relatos divertidos, jocosos y entendibles para el lector profano.

ENTIENDA A GÓNGORA EN QUINCE DÍAS

Estábamos yo y mi circunstancia en la cola del fiambre, en «Carrefour», aguardando turno, cuando se nos vino a la cabeza una pregunta crucial. ¿Qué pasa con Góngora? ¿Por qué nadie lee hoy a este grandísimo poeta?

Hay dos teorías para explicar el fenómeno: unos dicen que escribe demasiado bien y otros, que escribe demasiado mal. Nosotros, en nuestra modestia hemos hallado la solución, puesto que somos capaces de enmendarle la plana al lucero del alba. Nuestro procedimiento (pendiente de patente) consiste en dar tres versiones distintas de cada verso gongorino:

Versión 1: La original, de la pluma del «Cisne del Bétis».
Versión 2: Una versión mejorada para supercultos eruditólogos.
Versión 3: Simplificación actualizada, para que la entiendan con facilidad todos los hispanohablantes, desde Getafe a Valparaíso. […]

Versión de Góngora:

Éstas que me dictó rimas sonoras
culta sí, aunque bucólica Talía,
—¡oh, excelso conde!— en las purpúreas horas
que es rosa el alba y rosicler el día;
ahora que de luz la niebla doras
escucha, al son de la zampoña mía
si ya los muros no te ven de Huelva
peinar el viento, fatigar la selva.

Versión pedanto-filigranesca:

Aquestas que me infundió trovas eudísonas
erudito sí, maguer eglógica Talía
—¡oh, magistral conde!— en las corintas horas
que es rosetón el orto y maitinada la jornada,
ahora que de luminaria tu calígine maqueas
trasoye, a la eufonía de pipiritaña mía
si ya los baluartes no te otean de Onuba
carmenar el céfiro, destroncar la algaba.

Versión para periodistas y políticos:

Éstos que me largó ripios ruidosos
sabihonda sí, si bien campestre Talía,
—¡oh, elevado conde!— en las horas encarnadas
que es pimpollo el crepúsculo matutino y el día, amanecer
vulgar y corriente
en ese momento en que de brillo la Neblina bruñes
oye, al compás de mi zambomba,
si ya no te guipan las tapias de Huelva
cardar el aire y deslomar el bosque.

Ésta es una labor filológica muy meritoria y complicada por la que espero el agradecimiento de mis compatriotas.”

Incluso nos regalará nuevas greguerías que podrían haber sido de extrema utilidad para Gómez de la Serna si tuviera éste que amoldarse a los tiempos modernos y post-modernos:

“La arroba de Internet es una «a» que tenía frío y se envolvió en una manta.”
*
“El ratón inalámbrico es un mutante que perdió la cola. ”
*
“El escáner es un retratista veloz y deslumbrador. ”
*
“El ratón del ordenador es el estropajo de fregar los cacharros informaticos.”
*
“El tanga es una braga con problemas de anorexia.”

Y por si esto fuera poco, al final de la obra, el lector va a tener la posibilidad de escribir como cualquiera de ellos con la inestimable y generosa ayuda de un anecdótico taller de escritura (Hágalo usted mismo) que el autor lo define como “sencillo sistema de poner las cosas patas abajo”. Al final de la lectura lo mismo el autor nos enseña once maneras distintas de abordar el cuento de Caperucita o las anti-versiones de doce obras inmortales para estar más a la moda, entre otras sorprendentes propuestas.

CÓMO SER UN POETA JAPONÉS

“Yo siempre había querido componer haikus, esa variedad poética consistente en sintetizar al máximo cualquier inanidad.

Siempre había querido ser un poeta japonés, pero en la Embajada me dijeron que lo tenía un poco difícil. Podía adquirir la nacionalidad japonesa, eso sí. Había que rellenar muchos papeles y esperar años, pero era factible. Sin embargo, lo de ser poeta japonés ya era más complicado.

Así es que decidí ser poeta japonés amateur. Y entonces descubrí el maravilloso secreto que ahora les traslado a ustedes para su uso: un haiku no es sino una composición escuchimizada de tres versos irrisorios con cinco, siete y cinco sílabas, sin rima ni nada. ¡Una seguidilla de las de toda la vida, ni más ni menos! Así es que hice muchas en muy poco tiempo. He aquí algunas de ellos que les pueden servir de modelo:

Si te has manchado
con tinta de bolígrafo
frota con leche.

* * *

La Coca-Cola
dicen que quita el óxido
de cualquier clavo.

* * *

A la basura
no tires todo junto:
¡recicla un poco!

Y es que, en “Historia estúpida de la literatura”, el lector que desconoce las obras parodiadas encontrará una obra plagada de textos y alusiones cargadas de ingenio y sátira que le aportará un entendimiento mucho más amable y divertido de los clásicos de nuestra literatura. Para el lector erudito y conocedor de estas obras, aparecerá una nueva dimensión de dobles sentidos, análisis literarios imprevisibles, mofas y burlas que acabarán arrancándole numerosas carcajadas.

Y todo este efecto ha sido posible gracias a que Enrique Gallud Jardiel escribe de manera excelente, un hecho atípico en literatura humorística. En cada línea podemos identificar un dominio de las técnicas y los recursos literarios que nada tiene que envidiar a los prestigiosos escritores. Todo ello aderezado con un humor muy inteligente y una sátira directa y prespicaz. Es una verdadera ventaja a la hora de leer este libro, porque no hay que ser un gran entendido en la materia para descubrir que esta obra es una verdadera joya de la literatura (y de la meta-literatura).

En definitiva, “Historia estúpida de la literatura” de Enrique Gallud Jardiel aportará al lector un rato divertido y revelador a costa de las grandes obras de nuestra literatura, que han sido tradicionalmente consideradas por la mayoría como infumables o auténticos pelmazos. Una nueva puerta que se abre para dar luz a la literatura y además en clave de humor.