Historia estúpida de la literatura (María Luisa Burguera Nadal)

Historia estúpida de la literatura (María Luisa Burguera Nadal)

El autor Enrique Gallud Jardiel pertenece a la familia de Enrique Jardiel Poncela y es sin duda un digno sucesor suyo. Doctor en Filología Hispánica, ha dado clases en universidades españolas y extranjeras y cuenta entre sus publicaciones con interesantes ensayos.

En el Proemio de esta Historia estúpida de la literatura indica el propio autor que lo que pretende fundamentalmente es divertir, de manera que desde el inicio nos da la pauta de su intencionalidad. El libro aparece ante el lector como una recopilación de variados textos entre los que podemos encontrar falsas reseñas de libros, textos apócrifos, parodias teatrales, todos ellos en estrecha relación con la comicidad y con el objeto de poner en evidencia a los según el autor, clásicos infumables, a los libros soporíferos, a los autores pelmazos, a los estudios pedantes, a la preceptiva académica inútil, a las investigaciones absurdas, y en suma a todo ese mundo fatuo lleno de vacuidad y sin sentido.

El libro aparece dividido en tres partes; en la primera titulada: Crítica literaria: lo que más necesita el mundo nos sorprenden capítulos dedicados a La misoginia del bolero, Entienda a Góngora en quince días, El bacalao en la literatura medieval y renacentista, o En torno a la puerifobia en las canciones tradicionales.

En un segundo apartado titulado Antología de escritos recién encontrados, nos encontramos con una Oda a la matanza de Fray Luis de León o con Las greguerías que faltaban de Ramón Gómez de la Serna. En el tercer bloque o Literatura explicada para que no haya que leerla aparecen capítulos como El Príncipe gafe (Pedro Calderón de la Barca: La vida es sueño) o Cómete un libro (Umberto Eco: El nombre de la rosa). Termina el libro con un apartado dedicado a un Taller de literatura: Hágalo usted mismo en el que encontramos títulos como Sea usted Neruda o Cómo ser un poeta japonés.

En definitiva, un libro divertido y fácil de leer en el que sin duda la parodia deja entrever las múltiples lecturas y la sólida formación del autor, lo que no impide que nos acerquemos a él con cierta prevención a causa del título; pero todo ello se disipa al irnos adentrando en ese mundo especialísimo heredero de ese humor tan en boga entre los representantes de la denominada otra generación del 27 por parte de José López Rubio. Humor desde luego absurdo, en el que nada hay de la comicidad castiza y festiva y sí mucho del humor codornicesco. En Enrique Gallud Jardiel están presentes Ramón Gómez de la Serna, Wenceslao Fernández Flórez y Julio Camba, y sin duda La Codorniz, donde se manifestó, con toda su fuerza y espléndidamente, ese nuevo concepto del humor. La visión sobre los tópicos literarios la ofrece el autor bajo el prisma de un humor irónico sin agresión, limpio de rudeza, más bien espiritual, basado en el ingenio, en la desmitificación del tópico, pero también lleno de amabilidad y cierta ternura. Como telón de fondo, la idea de Ortega y Gasset de que la literatura hace escapar al hombre de la seriedad de la vida y, también como telón de fondo,  la intención de ofrecer por parte del autor una desmitificación de los tópicos pedantes y del engaño en el que se convierte, tantas veces, la aparentemente visión teórico-crítica en torno a la creación literaria.

Por todo ello saludamos a este nuevo libro y a su autor, Enrique Gallud Jardiel, digno sucesor de su abuelo, a este denunciante de tópicos, destructor de mitos y azote de críticos, desmitificador de bodrios literarios que jura no volver a aburrir a nadie con estudios plúmbeos como hasta ahora lo hacía e invitamos al lector a zambullirse en esta divertida y seductora visión de la literatura vista a través del prisma de la visión más inteligente, la del humor, pues, y voy a terminar de modo algo pedante: J. M. Simmel afirmaba que Dios ha concedido al hombre tres cosas en compensación a tantas penas y preocupaciones como nos da la vida: el sueño, la esperanza y la sonrisa. Y este libro de Enrique Gallud Jardiel nos hace soñar, nos da esperanza y, sobre todo, nos hace reír