Este conocido cuento es una tradición alemana recopilada por los hermanos Grimm. Hansel y Gretel son hijos de un pobre leñador que no tiene con qué mantenerlos y, en un año de terrible hambruna, los abandona en el bosque para que mueran. Los niños encuentran en el bosque la casa de una bruja y se sorprenden al ver que está fabricada con dulces.
En la primera versión de la narración la casa era únicamente de pan. Después se pasó a describirla como de jengibre. Finalmente la exageración triunfó y se habló de que los techos eran de chocolate, las paredes de mazapán, el suelo de azúcar, la ventanas de caramelo, las puertas de turrón y de confites variados el camino que llevaba hasta ella. Acuciados por el hambre los niños comienzan a comerla.
Ello provoca las iras de la bruja, que decide devorarlos a ellos. Los aprisiona y los ceba para que engorden. Los niños finalmente consiguen encerrar a la bruja en el horno, donde muere quemada. Escapan con joyas y monedas de oro que encuentran en la casa y regresan a casa de sus padres, que les reciben con cariño al ver los tesoros que traen.
Ésta es una versión suavizada de la leyenda medieval, escrita para la clase media del siglo XIX, pero que describe una terrible verdad: en Europa, en épocas de escasez, el infanticidio era una práctica común entre las clases pobres.