Esto no hay quien lo arregle (José-Miguel Vila)

Esto no hay quien lo arregle (José-Miguel Vila)

Uno tiene sus debilidades. De unas, las privadas, mejor es no hablar, pero de las otras, las públicas, conviene hablar y mucho para ponerse incluso la venda antes de la herida. Una de esas debilidades confesables, en mi caso, tiene nombre y apellidos: Enrique Gallud Jardiel , políglota, profesor y, sobre todo, prolífico escritor (más de 80 títulos en su haber…) que, además, domina esa rara avis de la literatura contemporánea en español, que es la sátira y la parodia.

Su penúltimo libro -digo siempre que no me atrevo nunca a decir último en su caso porque, seguro que me equivoco- es ‘Historia cómica de España’. Como ves, un título que no engaña a nadie que se acerque a sus páginas y, además, con un contenido que asegura la sonrisa de principio a fin de su lectura. Sonrisa, además, que muchas veces deriva en carcajada.

El texto de su contraportada, por cierto, es de lo más iluminador que he leído jamás sobre lo que el lector se va a encontrar dentro de unas tapas. Me atrevo, por eso, a transcribirla: “… una visión panorámica y divertidísima de las tonterías que los españoles venimos haciendo desde tiempo inmemorial. Esta crónica paródica de los tropecientos mil reyes de España y de sus chapuceros  reinados presenta una imagen certera de las razones históricas que hacen a nuestro país tan diferente como reza el lema publicitario. ¿Cómo no vamos a ser el hazmerreír del mundo, con el pasado que hemos tenido y las meteduras de pata de nuestros gobernantes, desde Viriato hasta la fecha?”.

Y para muestra, un par de botones. El primero, la forma satírica con la que el autor abre el libro con una particular cronología que comienza el año 209, en el que “Los ilergetes pactan con Publio Cornelio Escipión, pero, como lo hacen en secreto, nadie se entera de lo que pactan”, para continuar en el 237, fecha en la que “Los cartagineses de Amílcar Barca penetran en Hispania y les sacuden a modo a los nativos”. Y el segundo, la cita que el autor hace de Miguel de Unamuno (“ese señor que se hizo famoso por hacer pajaritas de papel”), para cerrar el libro, de quien dice que “aseveró una vez con severidad la siguiente aseveración: «En España hay siempre, por lo menos, dos partidos, y son los antiequisistas, que siguen a Zeda contra Equis, y los antizedistas, que siguen a Equis contra Zeda. Y nótese que no les llamo equisistas ni zedistas, porque ellos son esencial y fundamentalmente negativos». A esto se le llama vigencia y todo lo demás son monsergas”.

Aviso, pues, a navegantes: A los seguidores a ultranza de los partidos políticos no les gustará este libro. Pero quienes tengan un cierto sentido crítico y sentido del humor, tienen aseguradas unas cuantas horas de sonrisas a costa de nuestra errática, singular y previsible historia que, sin decirlo expresamente, tengo para mí que el autor suscribiría mi conclusión: Esto no hay quien lo arregle.