Pepe Pelayo:
Intimida algo presentar a este pensador y creador: filólogo, filósofo, profesor, ensayista, escritor, actor, guionista, director de teatro y con muchos méritos más, incluyendo el haber logrado brillar en el humor con luz propia, creciendo al lado de la figura de su abuelo, Enrique Jardiel Poncela.
Enrique, para hacer el humor que haces, sin dudas tienes que dedicarle mucho tiempo a leer, a ver cine y teatro, escuchar música, etc.; entonces, ¿puedes explicarme cómo haces para ser tan fecundo creador?
Enrique Gallud Jardiel:
Yo he pasado muchos años de mi vida leyendo, viendo cine y escuchando música, aparte de escribir, con lo que mucha de la información que poseo la tengo ya acumulada. Por otra parte, cultivo el sanísimo hábito de leer a diario, antes de dormir, lo cual implica muchísimas horas de lectura durante una vida. En cuanto a escribir, lo hago sólo cuando me apetece, pero el caso es que me apetece todos los días y esa es la razón de que sea prolífico. Dos horas de escritura al día (es lo máximo que hago) cunden mucho y dejan tiempo libre para leer, documentarse, etc. Los ensayos llevan más tiempo, pues hay que meditarlos y cotejar datos. La ficción, por otra parte, es mucho más rápida de producir. Y cuando escribes a diario (domingos y festivos incluidos) se coge el ritmo y todo fluye con más facilidad.
Pepe Pelayo:
¿Y lo de polifacético en el humor? Literatura, teatro, teoría…
Enrique Gallud Jardiel:
El humor no es un género literario, sino una perspectiva que funciona de manera transversal a las otras materias. Una vez hallado el punto del humor, pueden escribirse textos cómicos sobre cualquier tema que se conozca medianamente. Además, yo creo que el escritor debe intentar cultivar todos los géneros. Yo lo hago por afición, pues me gustan igualmente la poesía, el teatro y la narrativa. Por otra parte, mi formación académica me ha proporcionado una buena base. Soy profesor de literatura y cuando has explicado cientos de veces en una clase, por ejemplo, las obras de Lope de Vega, puedes sin problema contarlas con humor.
Pepe Pelayo:
Usando tus palabras: ese humor tuyo que atraviesa todas las materias de tu interés y creación, ¿cómo lo calificarías?
Enrique Gallud Jardiel:
Dentro de mi visión humorística, los géneros que más cultivo, por separado o mezclados, son la parodia y la sátira. Si tuviera que buscar un único adjetivo para mi estilo elegiría “desmitificador”, pues básicamente lo que hago es desmontar de su importancia a personas, sucesos u obras artísticas, mostrando su lado débil y humanizándolos. Generalmente no lo hago por desprecio, sino todo lo contrario: para acercarlos al lector mediante el humor. Una versión cómica de la Divina comedia nos hará apreciar más a Dante; si le respetamos demasiado, igual no nos atrevemos a leerlo.
En cuanto a mi primer propósito al escribir es totalmente egoísta: lo hago para disfrutar yo, pues el acto de imaginar, de crear, de inventar me resulta muy divertido. Y, claro, hay un objetivo secundario: sería la culturalización, conseguir que la gente se acerque a la historia, a la literatura, a la filosofía o a cualquier otra disciplina a fuerza de hacerla simpática. El tercer objetivo es la mejora de la sociedad, por ampuloso que esto pueda parecer. «Castigat ridendo mores», afirma el adagio latino: riendo corrijo las costumbres. El humor, como dijo Jardiel Poncela, es un desinfectante y sirve para eliminar las lacras sociales. Es el arma más eficaz de la especie humana.
Pepe Pelayo:
Históricamente hay quienes han opinado que en las artes existen más obras clásicas trágicas que humorísticas y sostienen que la finalidad de hacer reír o sonreír es más superficial que la de conmover. ¿Qué piensas al respecto?
Enrique Gallud Jardiel:
En Grecia, cuna del teatro occidental, tragedia y comedia eran igualmente importantes. Una trataba de cómo debían ser los hombres y la otra de cómo eran. Sólo mucho después aparece el drama, que es un “quiero y no puedo” de la tragedia, algo así como una tragedia flojita para que no impacte demasiado.
En cuanto al hecho de que existan más obras dramáticas que cómicas se debe precisamente a que es más fácil conmover que divertir. Si se nos cuenta la muerte de un niño, por ejemplo, ello nos conmoverá, aunque se nos cuente mal, con palabras mal elegidas y una estructura narrativa poco feliz. Escribir humor es más difícil y los malos literatos suelen optar por lo dramático.
Pepe Pelayo:
Actualmente se manejan conceptos como: “en la comedia la risa ya no es la prioridad, lo que prima es la incomodidad, el malestar por encima de otras cosas. El humor blanco es un invento de quedabienes, porque para hacer reír es necesario ofender, deformar, mentir y exagerar. Y el humor no es inofensivo” (cito casi textual). Me gustaría saber tu opinión.
Enrique Gallud Jardiel:
Yo admito diversas formas de humor. Pero la incomodidad que se puede producir con una situación de equívoco, enredo, humor negro, etc. tiene que estar compensada con alivio de cuando en cuando, al igual que la literatura de terror debe tener fragmentos que no asusten. El objetivo del humor puede ser transmitir una idea, hacer una crítica o simplemente crear risa blanca para divertir. Crear malestar sin un objetivo final no tiene demasiado sentido, pues la literatura no sólo ha de crear sensaciones, sino también conceptos. La literatura debe experimentar con formas nuevas, pero hay que definirlas correctamente: si algo no es cómico, entonces no es humor.
Pepe Pelayo:
Para finalizar: ¿quieres hacer algo que no hayas hecho dentro de la creación humorística?
Enrique Gallud Jardiel:
En principio me siento muy cómodo con lo que hago, pues juego con varios niveles de humor, desde el más blanco al más ácido. Y lo hago en diversos géneros: narrativa, teatro, verso e incluso con entrevistas, anuncios, etc. Pero no desecho la idea de experimentar con nuevas formas que se me vayan ocurriendo o se me planteen.
Pepe Pelayo:
Enrique te agradezco muchísimo que hayas hecho un aparte en tu incansable labor creativa diaria para responder esta entrevista.