No tiene un nombre especial, pero simboliza el picadero por excelencia de los ejecutivos estadounidenses de los años sesenta. No es un piso privado, ni compartido, sino prestado a la fuerza por su propietario.
Un modesto empleado de oficina se ve obligado a ceder su pisito de soltero a sus jefes, para que lleven a cabo allí sus encuentros amorosos. La magia indiscutible de los guiones de Billy Wilder (también director de la cinta) nos cautiva una vea más en la historia de amor romántico del empleado, que se entremezcla con las aventuras sexuales de cuatro jefes, que se turnan en el disfrute del apartamento. Pero si el empleado quiere un ascenso, deberá acceder a acomodar a un quinto jefe y a su pareja.
El lugar es de lo más normal. Un pequeño piso en Nueva York, situado en la calle 67 del Upper West Side. Uno más entre muchos, sin ninguna particularidad especial. La mayor parte de la película se desarrolla allí y la escenografía y el atrezzo del decorado es una maravilla de detalles. Todos los objetos que se ven en el apartamento están cuidadosamente elegidos y destinados a comunicar algo específico sobre la vida de la clase media.
Se trata de una pequeña joya del cine: The Apartment (1960). Obtuvo el Oscar a la mejor película y se incluye entre las 50 mejores comedias de todos los tiempos. La interpretaron Jack Lemmon, Shirley MacLaine y Fred MacMurray.