El hombre que iba a casa del dentista (Rafael Ruiz Pleguezuelos)

El hombre que iba a casa del dentista (Rafael Ruiz Pleguezuelos)

Recopilación de cuentos breves humorísticos que el dramaturgo Enrique Jardiel Poncela publicó en los años 20 y 30 del siglo pasado de manera dispersa y discontinua en periódicos y semanarios, y que aparecen en forma de libro por primera vez bajo la edición de Enrique Gallud Jardiel, nieto del autor. El conjunto demuestra la notable personalidad y sello propio que supo mantener el escritor, de enorme éxito en su tiempo. Como toda la obra de este gran dramaturgo, los pilares fundamentales que lo sostienen son un humor sencillo, elegante, empapado del absurdo y el surrealismo que tanto gustó a los autores y lectores que disfrutaron de esa generación que a menudo se llama de manera acertada «el otro 27».

Cada vez se habla con más frecuencia de ese «otro 27», para referirse al grupo de autores coetáneos a la conocida nómina de esa generación que ha relumbrado en la historia de la literatura, y es una forma de hacer justicia a ese talento del que la historia de la literatura apenas se ha acordado. Ese 27 paralelo dedicó su empeño a producir humor en su modalidad más culta y literaria. Entre los nombres que podrían acompañar a Jardiel Poncela en ese grupo podrían incluirse a Miguel Mihura, Edgar Neville o Tono. Revistas como Buen Humor, La Codorniz o Hermano Lobo tendrían un papel fundamental en la producción de este singular y talentoso grupo, así como los que continuaron su estela hasta la transición, en la que España creyó necesitar un nuevo tipo de humor.

Lo que Biblioteca Nueva publica bajo el título de «El hombre que iba a casa del dentista y otros cuentos inéditos» es una colección de relatos (treinta y uno en total) que en su momento quedaron fuera de antologías hechas en vida del autor, tales como «El libro del convaleciente» o «Exceso de equipaje«, volúmenes imprescindibles para conocer al Jardiel prosista. Fueron publicados en las décadas de los veinte y los treinta del siglo pasado en periódicos como ABC o La Libertad, y semanarios como el ya citado Buen Humor o Gutiérrez. El nieto del dramaturgo, Enrique Gallud Jardiel, asume la tarea de buscar en el archivo familiar y dar a conocer textos que sin duda poseen atractivo e interés. Los presenta en un brevísimo prólogo que se llama de manera acertada y expresiva «Cuentos polvorientos olvidados en un cajón«, en el que loa el trabajo de su abuelo y destaca su capacidad para mantener un estándar literario elevado hasta en los textos supuestamente menos relevantes de su carrera.

Jardiel Poncela quería, por encima de todo, hacer reír, y con el tiempo llegó a forjar un estilo muy personal que fue considerado una apuesta segura en el horizonte humorístico español. Como en cualquier recopilación de este tipo, hay grandes diferencias entre unos y otros textos en cuanto a calidad, amenidad y profundidad literaria. Mi favorito de entre todos es «Yo, héroe de novela«, no en vano elegido para ser el primero que el lector encuentra. Es un ejercicio de metaliteratura interesantísimo. También destaco «El balcón alquilado» y «La calavera«.

Merece la pena acercarse al Jardiel Poncela de estos viejos periódicos y revistas, porque con ellos uno está haciendo una simpática arqueología que además demuestra que cuando el humor es culto y verdaderamente inteligente, apenas envejece.