Casi podríamos decir que Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), considerado escritor cumbre de las letras hispanas, fue un escritor amateur, puesto que nunca no pudo vivir de los ingresos de sus escritos. Fracasó en el teatro, sus novelas no se vendían bien y hubo de dedicarse a otros menesteres durante muchos años.
En 1985, sin medios para vivir, marchó a Sevilla, donde consiguió un empleo de comisario de abastos y recaudador d eimpuestos. Su trabajo consistía en requisar trigo y aceite para el abastecimiento de una campaña naval que se preparaba contra Inglaterra. Su primer destino fue Écija y allí los campesinos se negaron a entregar el trigo, alegando haber tenido una mala cosecha. Cervantes requisó el trigo y fue acusado de quedarse con parte de él para beneficio propio.
En la villa cordobesa de La Rambla aplicó medidas represivas de arresto y cárcel, para obligar a los campesinos a pagar. En 1597 la Audiencia de Sevilla pidió cuentas de su gestión. Se hallaron irregularidades en las cuentas y Cervantes acabó en prisión, de donde sólo pudo salir, cinco meses después, gracias a la intercesión de Felipe II. Supuestamente fue durante su encierro cuando gestó la idea de Don Quijote.
Se ha escrito mucho para paliar u ocultar las razones de la prisión de Cervantes Se dice que estuvo «preso por deudas», lo que no parece verdaderamente deshonroso. Tristemente, los historiadores coinciden en que el motivo fue un delito claro de malversación de fondos.