«Nosce te ipsum», que dijo Sócrates. Siempre es bueno ser consciente de las propias limitaciones. La receta básica, no digo para triunfar, pero sí para no fracasar estrepitosamente es no emprender aquello para lo que no se está preparado. Pero nuestra vanidad humana nos lleva a hacer de todo como si de todo supiéramos. Ya que así nos comportamos, sepamos, al menos, ver nuestros defectos.
Yo he intentado verlos y, por ello, pese a las muchas y estupendas críticas que el libro ha recibido (y que yo agradezco en el alma), creo oportuno un intento de objetividad.
Así es que hablaré de los defectos de mi libro y más concretamente de aquellos que ningún comentarista ni lector me ha indicado.
Puede que alguno de estos defectos a alguien no le parezcan tales, pero lo son bajo mi punto de vista de crítico, que no de autor; y así, con honestidad reconozco mis propios defectos, cosa que no todos los escritores hacen. (Yo no sė de casi ninguno.)
DEFECTOS
Hay capítulos muy, muy semejantes en estructura y planteamiento, como el del ventilador en la poesía española y el del bacalao.
Abuso de los «camelos», esto es, de palabras sin sentido, pues hay varios escritos que lo incluyen y puede resultar bastante reiterativo.
Alguna sección, como la de los escritores por parejas, es muy inferior en calidad a las otras y hubiera necesitado de mayor elaboración.
Muchos de los escritos se hallan redactados en primera persona, lo que en su momento me pareció adecuado, pero que puede dar una impresión de excesivo egocentrismo.
El orden de las partes es aleatorio. Quizá la sección de parodias de críticas literarias hubiera debido ir después de las obras supuestamente originales.
El libro finaliza de forma abrupta. Una especie de colofón o resumen final le hubiera beneficiado. De otra manera, el lector, tras acabar el último escrito se sorprende de que el libro acabe allí.
El título, aunque llamativo, es demasiado ambiguo y puede llevar a pensar que se trata de un resumen cómico de la literatura hecho de forma cronológica y sistemática. En las librerías pueden exponerlo en la sección equivocada: no en literatura de humor, sino en crítica literaria.
Varios escritos dan la falsa impresión de que desprecio a los autores o las obras sobre las que escribo. No siempre es así y, si lo parece, es que no he sabido medir el tono de burla, para que se note quién me parece un pelmazo y quién me parece un autor magnífico. Góngora, por ejemplo, me encanta y le tomo el pelo sin ningún problema. Azorín, en cambio, me aburre soberanamente y no me inspira el más mínimo respeto.
Bueno, ¡ya está bien de meterme esquizofrėnicamente conmigo mismo! El libro también tiene virtudes, que deben ser señaladas, dejando aparte falsas modestias. Veámoslas:
VIRTUDES
Es un libro original. Esto es: distinto a lo habitual; no se parece en nada a las recopilaciones de monólogos televisivos que es casi lo único que se nos ofrece hoy en día como textos de humor.
Es un libro culto. En él se mencionan gran cantidad de elementos de conocimiento no sólo de literatura, sino de otras humanidades.
Es un libro bien escrito, algo no muy habitual. Se ha deslizado alguna errata, en efecto. Pero no tiene fallos gramaticales y eso, hoy en día es ya un logro.
Incluye versos impecables en cuando a medida, ritmo y rima, algo que puede parecer anacrónico a muchos, pero que es una habilidad también poco frecuente. Además, estos versos incluyen estrofas muy variadas.
Los recursos humorísticos que empleo son asimismo muy variados: están los de toda la vida junto a otros personalísimos. Además, son muy numerosos y propios: serán mejores o peores, pero son míos, no son adaptaciones de los chistes de siempre, como vemos en otros libros de humor.
Es un libro escrito con buen gusto. Pese a los ataques estilísticos a autores, más o menos en serio, que incluye, no hay en él insultos, disfemismos, palabrotas, escatología, vulgaridades, ni ataques a la política o la religión, que, lamentablemente son la base de la mayor parte del humor actual, gráfico o escrito.
Es libro perenne. No está vinculado a la actualidad, ni incluye alusiones a personajes del momento, por lo que, si gusta hoy, gustará también dentro de veinte años y se seguirá entendiendo.
Es un libro «continuable» por sus características y estructura. No agota en absoluto el tema y permite, si la respuesta del lector es buena, escribir más cosas del mismo estilo hasta que me canse.