Pepe Pelayo: John y Depp. ¿Teatro o historieta?, Humor Sapiens, Santiago de Chile, 2024, 150 págs.
Este monólogo de dos —‘biólogo’, como denominaron en su día Les Luthiers a este género literario— es un cómico y difícil ejercicio de estilo que el gran Pepe Pelayo se ha impuesto como entrenamiento para mantener rodando y bien aceitado el engranaje de su ingenio. Se ha pregumtado: «¿Puedo escribir una divertidísima pieza teatral con dos personajes que se limiten a hablar de sus cosas?». Y se ha respondido que sí, porque el lenguaje —si se domina a la perfección, como es el caso— da para eso y para mucho más; y el autor lleva muchos años —más de los que él quisiera. quizá— siendo un mago del humor y un prestidigitador de la palabra.
John y Depp, protagonistas de esta gran comedieta, son dos personajes que salen a dar una pirandelliana vuelta por ahí, para ver lo que se pesca, y que, de paso, filosofan imparablemente sobre las grandes cuestiones eternas como «¿quiénes somos?», «¿qué hacemos?», «¿de dónde venimos?», «¿a dónde vamos?», «¿falta mucho?», «¿te importa que nos sentemos un rato a descansar, porque ya me duelen los pies?», etc.
Realmente, lo que Pelayo hace es sacar a su brillante y reluciente imaginación de la jaula y dejar que campe por sus respetos, opinando sobre todo lo divino, lo humano y lo infrahumano, ofreciéndole al lector —aparte de la diversión que porsupuestísimamente incluyen sus textos— unas reflexiones vitales, vitalistas y vitalicias que ya las habría querido para sí Ortega y Gasset, don José o algún otro filósofo igual de siniestro. Ideas, sugerencias, hallazgos intelectuales, culturalismos a porrillo y, sobre todo, paletadas de originalidad: esto es lo que incluye este libro de humor peripatético. Pelayo agarra a la libertad por el cuello y hace con ella lo que le da la gana, lo cual es lo mismo que decir que se atreve con todo, que presenta dramatizada una síntesis de su pensamiento y de sus visión de las cosas. Nos deleita, en otras palabras, con la sabiduría condensada de muchos años de observación inteligente, puesta al servicio de la labor de entender este mundo tan raro en el que hemos ido a caer, aunque no sepamos bien desde dónde.
Como el humorista no ignora (escribo ‘no ignora’ en vez de escribir ‘sabe’ porque a mí me pagan por palabras) que la comicidad es el mejor vehículo para decir las cosas más serias, nos brinda en su diálogo todo un verdadero muestrario de recursos humorísticos: varios centenares de procedimientos de fabricación de la risa, ese bien de consumo tan necesario para el buen funcionamiento de la mente y del alma. Yo, personalmente, estoy muy contento de haber leído este libro, porque podré robar y plagiar de él docenas y docenas de trucos para divertir. Aprovecharé que Pelayo está en Chile y no me puede abofetear desde allí y capitalizaré su creatividad, vampirizaré su excelente humor y me llevaré el mérito de un talento ajeno. No me da vergüenza decirlo.
Y también ustedes, lectores, pueden aprovechar al máximo y sacarle todo el jugo a John y Depp, en forma de disfrute intelectual y de cosquillas simbólicas, pues con este libro se reirán más que si asistieran a un debate parlamentario.