José-Miguel Vila: Cuarenta años de cultura en la España democrática (1977-2017), ViveLibro, Madrid, 2017.
¿Qué merecerá recordarse de la cultura española de los últimos tiempos?
¿Qué nombres de artistas o científicos españoles pasarán a la historia y serán conocidos dentro de cien años? ¿Considerará la posteridad a nuestras últimas décadas comparables en logros a aquellas tres primeras del siglo xx que fueron sin duda una Edad de Plata del pensamiento y las artes? ¿O se hablará —valga el tópico— de un páramo intelectual, de una sociedad que no supo superar el atraso cultural que le impusieron los años de dictadura, censura y estrechez de miras? Tales son las cuestiones que se dilucidan en este excelente libro, original por su planteamiento y ejemplar por su ejecución.
José-Miguel Vila es un estudioso de lo humano y lo social, interesado siempre en esos temas perennes que, por serlo, nunca pierden actualidad. Se ha adentrado en sus publicaciones anteriores en asuntos de verdadera relevancia, como la posición de la mujer en nuestro mundo, la marginación y sus causas, la situación actual de las religiones, la superación de las barreras naturales y sociales y otros varios. En el presente libro se propone la ambiciosa tarea de tomarle el pulso a nuestro tiempo, considerar el valor de nuestra circunstancia nacional —que diría Ortega— y quizá establecer algo así como un heterodoxo canon de logros o de fracasos. Ni que decir tiene que Vila, con su probada habilidad en el diálogo y la comprensión, triunfa plenamente en su empeño.
Mediante una serie de profundas y cuidadas entrevistas a cuarenta personalidades procedentes de muy distintos ámbitos nos presenta una panorámica fiel de lo que han sido nuestra cultura en los últimos años, que resulta en unas conclusiones muy distintas de las que podríamos imaginar. Habla con gentes famosas y con gentes desconocidas pero tremendamente influyentes, con responsables de instituciones y con hombres y mujeres que ejercen su actividad de manera altamente individualista.
La personalísima visión que muchos de los entrevistados tienen de su esfera de actividad ya sería motivo sobrado para justificar la calidad del libro, pues siempre es de interés la opinión de los verdaderos especialistas. Entre ellos se hallan los directores de las principales academias, museos, universidades e instituciones de investigación del país; políticos de todo signo; artistas, entre los que se cuentan pintores, directores de cine y teatro, actores, cantantes y escritores; deportistas de élite; periodistas; editores, y hasta figuras famosas del mundo de la gastronomía.
Pese al hilo conductor y a la unidad de propósito, cada capítulo del libro se nos aparece como un libro distinto, con énfasis en problemas concretos y variado planteamiento. No hay ninguna entrevista que nos recuerde a otra. Vila evita con soltura el riesgo de reiteración de este tipo de publicaciones y acierta plenamente con las personas elegidas y el enfoque de sus cuestionarios.
La lectura del libro suscita muchas reflexiones. En primer lugar, nos percatamos de que muchas veces se critica a las instituciones sin conocer bien sus limitaciones y las dificultades a las que se enfrentan sus directivos. Por otra parte, éstos nos revelan, con su conocimiento desde dentro, errores que nosotros no percibimos. Otro aspecto a considerar es el hecho de que la cultura puede ser el resultado del esfuerzo de muchos, pero que las personas que pueden y deben protegerla y fomentarla son en realidad muy pocas y que de su acertada o desacertada elección depende en gran medida la perduración o desaparición de dicha cultura. En el libro se analiza la siempre escabrosa cuestión de la relación entre el mundo cultural y el político, con preguntas de las que debían hacerse y no siempre se hacen.
Otros aspectos que se analizan en esta obra son, por citar algunos, la media en la que la religión, los prejuicios o las tradiciones pueden ser un obstáculo a la investigación científica o a la creación artística; qué criterios de modernidad se deberían respetar y en qué forma habría que emplear las nuevas tecnologías para la promoción cultural; qué problemas de conservación tiene nuestro patrimonio artístico: qué papel deben jugar los gobiernos —sean de la ideología que sean— en la protección de los deportes, los toros u otras manifestaciones de este tipo, y, sobre todo, qué perspectivas de futuro tiene nuestra cultura, ¿progresaremos o nos estancaremos?
Las conclusiones del libro no son muy esperanzadoras. Salvo honrosísimas excepciones —como suele decirse— nuestro nivel cultural es bajo, en comparación con otros países u otras épocas, y los españoles de mérito no reciben muchas veces ni el debido aprecio de sus conciudadanos ni el adecuado apoyo de las instituciones. El ensayo de José-Miguel Vila nos hace saber las causas de todo esto. Nos toca a nosotros, como sociedad, no quedarnos en el orgullo de nuestros aciertos y vanagloriarnos de tal o cual gesta deportiva, sino preguntarnos una y otra vez cuáles son nuestras carencias en terrenos más importantes, en qué estamos fallando y qué podemos hacer al respecto.