Si hay algo verdaderamente complicado en esta vida, es hacer reír. Lo que a unos les agrada a otras les molesta. Y así, sin ponernos de acuerdo, no es fácil contentar a todo el mundo. Enrique Gallud Jardiel lo sabe y aun así, se arriesga porque de igual forma, es buen conocedor de recursos y fórmulas para llegar a la comicidad. Sabe navegar por los diferentes géneros literarios con destreza. Y qué decir de las palabras y las situaciones absurdas si las ha convertido en sus grandes aliadas y compañeras en sus inevitables viajes hacia la risa.
El único equipaje necesario para acompañarlo en esta aventura, es una buena dosis de humor y ganas de pasar algunos buenos ratos. Si eres una de esas personas amargada, que refunfuñas por falta de tiempo, que crees que te tienen más en cuenta por tu mal genio y tu ceño fruncido, abstente de abrir este libro porque no es precisamente para ti. Ni falta que nos hace. Si buscas violencia, agresividad o humor corrosivo, tampoco es tu libro. Y si lo que quieres es lenguaje escatológico o grosero, ni te molestes en abrir sus páginas.
Situaciones disparatadas, exageraciones, sorpresas se van sucediendo ante nosotros, con unos personajes ridículos que huyen de los estereotipos o de las ideas que nos hemos forjado acerca de ellos. Gallud es maestro en darles la vuelta y manejarlos como marionetas hasta llegar a hacernos cómplices de sus maniobras, de una manera bastante sutil y muy acertada.
Si tuviera que destacar algo, me inclinaría por Homero y su particular visión del Olimpo en “Aristófanes: Homero en el Olimpo”. Esos dioses, me matan.
No me olvidaría del descubrimiento de América en “Félix Lope de Vega: Comedia famosa del Nuevo Mundo descubierto por Cristóbal Colón”, ni de su “Oda sandunguera a Jeré de la Frontera”.
De sus magníficos artículos, destaco tres. Los titulados “Museos execrables que hay por ahí”, “Origen y etimología de algunos topónimos aragoneses elegidos al buen tuntún y “Comprando la nada”. En ellos percibo si no, una rabia contenida hacia lo que significan respectivamente, cultura, erudición y costumbres de marketing actuales, un sarcasmo agudo y afilado que nos hace replantearnos muy seriamente (valga la paradoja), algunas situaciones que hemos ido normalizando en nuestra vida sin pensar demasiado en sus consecuencias.
Puedo manifestar y manifiesto que he disfrutado del variopinto recorrido de este libro y que Enrique Gallud no deja de sorprenderme por su sentido del ritmo poético. No estoy bromeando. En razones de métrica, rima y ritmo, sin perder el hilo conductor de la trama y enmarcado en la parodia, el señor Gallud se erige como mejor poeta que muchos de los que se autoproclaman como tales a bombo y platillo.
Para finalizar esta reseña que podría haber sido también un spot publicitario, te animo a la lectura de estos textos que bajo la apariencia de sencillez, esconden además de cultura, muchas ganas de hacernos más liviana la existencia. Si tienes un mínimo de formación, sentido del humor y estás en disposición de pasar un buen rato, este sí es tu libro de entretenimiento. Y si eres poeta o víctima de la Logse, seguro que mis comentarios, no te han molestado en absoluto porque no te has identificado con ellos, en ningún momento. Así pues, sujétate bien a tu ejemplar y que tengas un «bon voyage» porque la diversión está asegurada.