Los conocemos de las películas de vaqueros que veíamos en nuestra niñez. Clint Eastwood elevó a estos personajes al rango de mitos. Parecía que trabajan por libre, pero ahora resulta que es un oficio registrado y regulado, con leyes específicas, al menos en algunos lugares. Los cazarrecompensas son aquellos que se dedican a la persecución y detención de delincuentes para conseguir el dinero que se ofrece como recompensa por su captura. En los Estados Unidos es donde más abunda esta curiosa figura.
El trabajo más habitual de los que les permite la ley es que busquen a un acusado que ha desaparecido tras ser puesto en libertad condicional. En esos casos los cazarrecompensas trabajan para el fiador y reciben su paga de la fianza depositada. Se les expiden licencias oficiales y existen cursos de entrenamiento para este tipo de actividad.
La imagen que tenemos de ellos es la de seres violentos, solitarios y diestros en el manejo de armas. Pero la realidad es distinta. No sólo no se les permite la tenencia de armas, sino que la mayoría de las veces no entran en contacto con su presa. Se limitan a descubrir su paradero e informar a las autoridades. Ni que decir tiene que se han modernizado: no suelen trabajan nunca solos, sino en pareja, y emplean la informática como su principal herramienta de trabajo.
¿Sabías que en los Estados Unidos llegan a apresar más de 30.000 fugitivos anuales? ¿Que en el estado de Louisiana se les exige llevar ropas identificativas? ¿Que en algunos estados pueden entrar en las casas de los fugitivos sin orden judicial?