Entre otros personajes memorables ha sido Han Solo, un hábil piloto espacial, Harry «Indiana» Jones, un erudito arqueólogo dedicado a búsquedas imposibles, o Richard Kimball, un doctor especializado y fugitivo. Pero aparte de su talento interpretativo, lo que se le da bien a nuestro hombre es la carpintería y fue a través de este oficio como consiguió su puesto en la industria.
Harrison Ford (Chicago, 1942-) quiso ser actor desde joven, asistió a clases de interpretación e hizo algunas apariciones en series televisivas durante los años 60 y 70. Pero el éxito no llegaba y, para poder mantener a su esposa y a sus dos hijos aceptó un empleo como carpintero, profesión que aprendió de manera autodidáctica.
Las casualidades de la vida le llevaron a que George Lucas le contratara para que le construyera unos armarios empotrados en su domicilio. Al director le gustaron las manera de Ford y le ofreció un papel en American Graffiti (1973). De ahí pasó a restaurar el despacho de Francis Ford Coppola, quien también le permitió actuar en La conversación (1974). Finalmente Lucas le empleó para cubrir la parte de algunos actores en los ensayos y Steven Spielberg recomendó a Lucas que le diera un papel definitivo. Con ello llegó La guerra de las galaxias y su consagración definitiva.
Ford se había comprado una casa en Hollywood Hills y no podía pagar a un restaurador. Así es que consiguió libros sobre carpintería y algunas herramientas, y la arregló él mismo. Desempeñó este oficio durante diez años y aún sigue haciéndolo como entretenimiento.