Ronald Reagan (1911-2004) fue famoso en su país durante más de cincuenta años, primero como actor y luego como presidente, aunque no faltará quien diga que en cine y en política todo es actuación.
Debutó en el cine en 1937, con la película Love is on the Air, y en televisión, en 1950 en una adaptación de una novela de Agatha Christie. En total, participó en cincuenta y tres largometrajes. Fue considerado un mal actor y siempre participó en películas de presupuesto medio o bajo, principalmente «westerns», lo que más adelante provocó que se le conociera como «el presidente cowboy». La película por la que más se le recuerda es Cumbres de pasión (Kings Row, 1942)
No sólo actuó: también hizo política para la pantalla. Desde 1947 a 1952 y luego en 1959 fue presidente del Sindicato de Actores Cinematográficos (Screen Actor’s Guild) desde donde intentó frenar la infiltración del comunismo en la industria cinematográfica.
Obviamente, su talento interpretativo le sirvió muy adecuadamente en sus días como político. Sabía perfectamente cómo hablar en público y transmitir emociones. Se le consideró un gran comunicador y se sirvió del impacto de sus apariciones televisivas como presión al Congreso para que aprobara sus proyectos.
Pese a haberse desenvuelto en dos profesiones tan distintas, se le recordó que nunca había sido un estudiante destacado y que sus notas siempre habían sido mediocres. Reagan respondió: «Es cierto; si hubiera estudiado más, quién sabe a dónde habría llegado.»