Parece algo muy común que cantantes y actores en paro o aquellos que aún no han logrado triunfar en su carrera sobrevivan con empleos como los de camarero o taxista. Esto fue precisamente lo que le sucedió a Frank Sinatra, «La Voz», que trabajó sirviendo mesas en sus años mozos.
Francis Albert Sinatra (1915-1998), hijo de inmigrantes italianos, fue uno de los mejores cantantes de jazz de toda la historias y también un destacado actor cinematográfico, principalmente en películas bélicas y de cine negro. Su popularidad llegó a ser inmensa. Destacó en su cuidada pronunciación, su dominio de la respiración y, sobre todo, el empleo de los modernos medios de amplificación de sonido, pues tenía poca potencia vocal.
Sinatra fue en sus inicios lo que se llama un camarero-cantante, profesión híbrida que convenía para los clubs nocturnos de su momento. En 1936 comenzó a trabajar en un local llamado «The Rustic Cabin» en Englewood, Nueva Jersey, donde fue ampliando su experiencia. Su sueldo allí era de quince dólares a la semana.
En 1939 el trompetista Harry James, a quien Sinatra le sirvió la mesa, le escuchó también cantar y le propuso integrarse en la nueva orquesta que estaba formando: «The Music Makers». Ése fue el comienzo de la meteórica carrera musical de Frank, que llegó a grabar 1.300 canciones.
En su juventud, Sinatra desempeñó también esporádicamente otros oficios. Fue vendedor de periódicos en el Jersey Observer, camionero, recadero y cronista deportivo. Durante este tiempo participó en actividades semidelictivas en una banda urbana y tuvo numerosos problemas con la policía local.