Cuando cualquier autor se decide a hacer una parodia está demostrando un par de cosas. Por un lado que goza de buena salud humorísticamente hablando y por otro, que es un valiente en muchos sentidos.
Efectivamente, tiene que conocer lo bastante bien el objeto parodiado como para poder jugar y divertirse con él, para después poder lidiar con los que se toman demasiado en serio las cosas.
Cuando leemos la Historia estúpida de la literatura, Enrique Gallud Jardiel hace que desfilen ante nosotros, autores, temas, estilos, épocas y técnicas con un lenguaje que pretende imitar y lo consigue sin dejar por ello de tener viveza, ingenio y humor propios. Aparecen también glosas y formas de acercarse a la obra literaria que no son ajenas al estudioso. ¿A destacar? Confieso que me ha cautivado imitando y burlándose de la lengua usada en la Edad Media. Es un auténtico maestro.
Tras leerlo con avidez, caí en la cuenta de su valentía porque puede encontrarse con un público que no entienda su manera de abordar esa historia de la literatura, ya sea por falta de cultura o porque aun teniéndola, sea la estrechez mental su única manera de afrontar la vida. Absténgase de leerlo, pues, cualquiera que pertenezca a uno de los grupos mencionados. Eso sí. Si como lector le gusta la lengua, la literatura y el humor, intente leerlo en alto y en compañía. Puede que el buen rato que pase, sea aún mucho mejor.