Escrito aliterante (Prólogo)

Escrito aliterante (Prólogo)

Puta, pija y perversa posee más «pes», porque es un producto que, a mi parecer, pretende primordialmente proveer al personal de un provechoso pasatiempo y provocar percepciones profundas.

Lo que persigo al presentar este preámbulo a Puta, pija y perversa no es sino preparar al público para una penetración en la producción de una de mis plumas predilectas: la de Ramón Paso, de quien me propongo hacer un panegírico (no porque sea mi pariente, sino por su pasada popularidad).

No haré una perorata sobre Paso como una precoz promesa al que pertenecerá un puesto permanente en la posteridad poligráfica de este país: eso se le presupone a quien, como él, proviene de una prolífica progenie de plumíferos. Sus polifacéticas prácticas para la pequeña pantalla y sus previas publicaciones, así como su personalidad y su prestigio, son su patrimonio y es presumible pensar que está predestinado a gran prez en un porvenir próximo.

Paso presenta el perfil de un profesional como un pino y puede presumir de poseer una pertinente preparación para pergeñar párrafos —en parte preñados de patetismo y en parte plenos de poesía— con una patente pericia y pulcritud con la palabra.

He paladeado pausadamente cada página que he procesado de Puta, pija y perversa, pues éste es un producto para pasarlo pipa, lo que no es poco. ¿Qué más es posible pedir por el precio de unas pocas pesetas?

En su pieza —un paseo a pie por las más penosas profundidades de la psique— nos hace plenamente partícipes de su proverbial procacidad y su pulida prosa, particularmente punzante.

Primero puntualizaré que los personajes que se permite plasmar son próximos, perspicaces, paradójicos y plausibles, por más que pesimistas (y algo pendones, con perdón). Pero nos provocan piedad. Esto es un procedimiento premeditado.

Los parlamentos producen una pluralidad de pasiones potentes y no se pierden en perífrasis, pleonasmos ni perifollos prescindibles. Paso no es plasta, ni pelmazo, ni plúmbeo, ni pomposo, ni pedante, sino muy pertinente y preciso en lo que se propone.

Procede precisar que sus pensamientos son penetrantes y muy peculiares; parecen permear cada pasaje y son preciosos.

Paso es pródigo y profuso en su plan proyectado. Sus planteamientos son poderosos, principian en punta, progresan sin prisas y pasan la prueba perfectamente.

La pregunta que procede es: ¿qué otros pigmentos pueden percibirse en esta pintura entre pre-rafaelista y posmoderna? Pues picardías, parodias a porrillo, perspectivas de percepción, una plétora de posibilidades personales, puntos polémicos, profanaciones, promiscuidades, perturbaciones privadas, protestas por el paro y la podredumbre política, puñaladas ponzoñosas, pensamientos prohibidos, postulados provocativos y —predominantemente— perversidad (lo pone patentemente en la portada).

Como prologuista sólo puedo piropear a Paso con mi positivo parabién por un producto perfecto que presiento que pasará probablemente a la posteridad por proporcionar puro placer a los públicos.