Lo hemos visto docenas de veces en tantas y tantas películas de vampiros. Sabemos que se halla en medio de los bosques de Transilvania, en Rumanía, y poco más. Se trata del castillo de Bran, supuesta morada del legendario príncipe Vlad Tepes III, «El Empalador», con cuya terrible historia el novelista postromántico irlandés Bram Stoker forjó la leyenda del conde Drácula.
Esta fortaleza se encuentra en las afueras de la ciudad de Brasov, en el límite entre Transilvania y Valaquia. Está construido sobre una roca. Tiene 57 habitaciones y, ¡cómo no!, varios pasadizos secretos. Lo construyeron los caballeros teutónicos en 1212 y se empleó en la defensa de Valaquia contra los turcos. A partir de 1920 fue residencia real hasta 1948, en que el régimen comunista lo incautó. En el 2006 se les restituyó a los herederos.
El lugar se ha empleado para diversas películas sobre el célebre vampiro y la localidad de Bran vive prácticamente de la venta de recuerdos y souvenirs asociados a él. El castillo está convertido en un museo muy popular, pero no es un museo de terror, sino de pinturas, muebles y artes decorativas. Sin embargo, hay en Internet visitas virtuales al castillo en las que se puede ver el sarcófago en que el supuestamente dormía el vampiro.
Tras una larga disputa legal, el castillo pasó a uno de los descendientes de Vlad, quien lo ha puesto a la venta en 100 millones de dólares. Como es la principal atracción turística en Rumanía, el futuro comprador construirá alrededor un parque temático vampírico.