Calificado por César González Ruano como “el humorista más completo que nuestro siglo ha dado”, admirado y denostado en la difícil época que le tocó vivir y a la que en tantos aspectos se adelantó, autor teatral, novelista, poeta, crítico, humorista, narrador, ensayista, guionista y director cinematográfico e ilustrador, Enrique Jardiel Poncela (Madrid, 15 de octubre de 1901- 18 de febrero de 1952), es uno de esos fenómenos literarios que se dan muy de vez en cuando, con una privilegiada inteligencia al servicio de una obra literaria ingente.
De ascendencia aragonesa (su padre, Enrique Jardiel Agustín, era natural de Quinto) siempre estuvo muy ligado afectivamente a esta localidad aragonesa. Tardío fue el reconocimiento de Madrid al escritor; ya entrada la década de los setenta del pasado siglo se le dedicó una calle y en 2001 una placa conmemorativa en la casa donde nació en la calle llamada, hoy, de Augusto Figueroa.
El rescate de tal olvido (o al menos desconocimiento de la íntegra extensión de su actividad literaria) comienzan a realizarlo, entre otros, los trabajos de Rafael Flórez Diez, (Jardiel Poncela, Ediciones y Publicaciones Españolas, 1969), Miguel Martín ( El hombre que mató a Jardiel Poncela. Planeta, 1997) y fundamentalmente de su nieto, el filólogo Enrique Gallud Jardiel, intelectual y escritor también de dilatada trayectoria, que ha dedicado varias publicaciones a estudiar y dar a conocer la obra de su abuelo: Enrique Jardiel Poncela. La ajetreada vida de un maestro del humor (Espasa 2001), El teatro de Jardiel Poncela. El humor inverosímil (Fundamentos, 2011), Poesía completa (Hiperion, 2014),culminándolas con este extenso -e intenso- libro que nos ocupa y que nos ilustra definitiva y autorizadamente sobre la figura del escritor, aportando una amplísima documentación inédita sobre diversos aspectos, personales y literarios, del agitado devenir vital del autor.
Se inicia Jardiel. La risa inteligente, con un amplio estudio sobre el hombre: orígenes familiares, vínculos con Aragón, formación cultural, inicios como escritor, vida familiar y sentimental, viajes a Estados Unidos, rutina creativa, la Guerra Civil…hasta el relato de su enfermedad y miseria, finalizando con una cronología detallada de su vida. Son destacables multitud de anécdotas, de sucedidos, de momentos memorables de humor, de sus relaciones tan especiales con, por ejemplo, Fernando Fernán-Gómez del que recibió apoyo en su última época. También de su influencia en autores posteriores: Llopis, Álvaro de Laiglesia, Ruiz Iriarte, Neville, Mihura, Paso, Alonso Millán…
La segunda parte, se dedica a su obra: teatro, propuestas vanguardistas, novela, aportación al cine y así hasta un extenso apéndice donde se clasifica cuidadosamente toda su producción de teatro, narrativa, ensayo, guiones, traducciones, conferencias y obra inédita. Y todo ello adornado con multitud de fotografías que retratan una época y una manera de vivir que a muchos lectores podrá parecer lejana pero que no está tan distante en el tiempo. También se incluyen carteles, ilustraciones y dibujos que nos muestran el universo tan rico del escritor, del artista, del hombre que incluso pensó -adelantado a su época- en montajes escénicos inviables entonces pero asumidos hoy, actualizados, por numerosos directores de escena.
En la faceta poética aparece un autor sorprendente, con una facilidad e ingenio absolutos para el verso donde surge un Jardiel que desgrana lo mejor de su sensibilidad. Varios fragmentos de su poesía y de su obra teatral, adecuadamente intercalados en el texto del libro, nos ilustran y también nos impelen a conocer más a fondo la realidad literaria de quien, infravalorado en su época, se mostró contrario a la escena cómica previa y desarrolló con enorme ingenio un teatro basado en la lógica de lo inverosímil, con gusto por lo absurdo (Anoto, por ejemplo, una posible influencia de los Hermanos Marx, con quienes -entre otros muchos artistas de la época- tuvo contacto en Hollywood). El sarcasmo, la ironía, los personajes disparatados, las situaciones más increíbles aparecen en escena movidos inteligentemente por este escritor precursor, en cierto modo azote de su época, con un difícil sobrevivir en la España de la posguerra, a pesar de sus distinciones (en 1946 su comedia El sexo débil ha hecho gimnasia fue Premio Nacional de Teatro).
El autor, Enrique Gallud Jardiel, ha construído una obra definitiva, imprescindible para el conocimiento de la vida y obra de Enrique Jardiel Poncela y del entorno histórico y social de aquella época y por ello hay que felicitarle. Cabe hacerlo también con la editorial aragonesa Doce Robles, por la cuidada edición, hecha con verdadero mimo, arriesgando en tiempos de crisis para sacar adelante un libro que hay que recomendar muy vivamente, tanto a los conocedores de Jardiel Poncela, como a quienes se acerquen a este imprescindible autor sin demasiado conocimiento previo de su trayectoria. Seguro que se van a encontrar con una agradable sorpresa y desgranarán con creciente interés las páginas espléndidas de este libro que celebra a alguien que, entre otras muchas, muchísimas cosas (y termino con unos aforismos para dibujar una sonrisa en el lector), dijo: Cuando los inteligentes dan traspiés en la vida, ello obedece a que han supuesto en los demás su misma cantidad de inteligencia. O también: Hay dos sistemas de lograr la felicidad: uno, hacerse el idiota; otro, serlo.