En busca de un tema para esta página sabatina acababa de leer un texto clásico de Italo Calvino de 1981, “Por qué leer los clásicos”, cuando recibí un correo de un amigo epistolar, amigo por correspondencia: Enrique Gallud Jardiel. Lo conocí por este medio después de haber dedicado una entrega a su ilustre abuelo Enrique Jardiel Poncela (“Un marido sin vocación”), que de alguna manera llegó a sus manos o a su ordenador, como llaman españoles y franceses a la computadora. La cuestión es que el hecho lo motivó a enviarme un libro ingeniosísimo de su autoría, “Historia estúpida de la literatura”, del cual hice una reseña que recuerdo con gratitud. Ahora ha tenido la gentileza de hacerme llegar la que parece ser su última travesura literaria, “Grandes pelmazos de las letras universales”, travesura de un iconoclasta que se burla de valores establecidos y no reconoce autoridades en materia de legislación estética, “parodias literarias, en el estilo de (su) anterior libro”, en las que se supera a sí mismo.
La apuesta irreverente, desacralizadora de Gallud Jardiel sobre los clásicos, dista mucho de la propuesta de Italo Calvino.
Enrique Gallud Jardiel destila ironía y sarcasmo por los poros, y destila también conocimiento, formación académica universitaria de primer orden, la misma que le permite ejercer ese humor doctoral que sobresale y sobresalta en su obra, como se podrá ver a continuación en los jugosos escritos que han sido seleccionados como botón de muestra.