Bhavabhuti: El último lance de Rama; (Trad. de Juan Miguel de Mora); Universidad Autónoma de México; 1984; 167 págs. (Reseña)
Esta cuidada versión española en estudio da a conocer por vez primera a los lectores hispanohablantes la obra clásica sánscrita Uttaramacharita (El último lance de Rama), que, junto con las piezas Mahaviracharita (Las aventuras del gran héroe) y Malatimadhava (Malti y Madhav), constituyen la labor dramática del autor clásico indio que conocemos por el pseudónimo de Bhavabhuti. Según se cree, su verdadero nombre era Shrikantha y se especula que vivió en el siglo octavo, en la primera mitad, siendo contemporáneo del rey Yashovarman. Este dramaturgo romántico, que poseía una imaginación brillante y exuberante, está considerado, después de Kalidasa, como el segundo en importancia entre los dramaturgos clásicos y el crítico VN. Mirashi, en su reciente libro Bhavabhuti (1974) hace énfasis en la superioridad de esta pareja dramática, afirmando que no hay un tercer poeta sánscrito que pueda ser considerado de la altura que ellos alcanzaron. Además, les concede a ambos el mismo genio poético y la misma maestría en la lengua sánscrita.
La obra, en cuestión, pertenece al tipo de comedia conocido en retórica como nâtaka. Ya es sabido que, según los tratados de dramaturgia, existen diez tipos diferentes de obras de teatro: Nataka, Prakarana, Vyayoga, Bhana, Samavakara, Vithi, Anka, Prahasana, Dima e Ihamrga. El primer género, que corresponde a la comedia heroica, es el tipo más completo de obra dramática y posee unas características específicas: su tema debe surgir de leyendas ilustres, siendo su protagonista un dios o, en su defecto, un gran rey; en su elaboración admite todos los rasa, aunque deben ser preponderantes el heroico (vîra) y el erótico (shringâra) y debe tener un mínimo de cinco actos y un máximo de diez. La obra de Bhavabhuti está tomada principalmente del Uttarakanda del Râmâyana y tiene siete actos ambientados en Ayodhya, la selva y la ermita de Valmiki.
Su argumento, aparte de las vicisitudes por las que pasan sus personajes, generalmente conocidas, tiende a centrarse, más que en ellas, en el conflicto interno de Rama entre su deber como rey y su amor por Sita. A lo largo de la obra se halla expuesta la angustia del héroe, que le hace considerarse cruel por haber ordenado el abandono de Sita en la selva. Es de destacar la particular interpretación que hace Bhavabhuti de este episodio, ya que muestra a Rama con una gran inseguridad a la hora de decidir sobre su propia conducta. Así, nos muestra a su personaje muy humanizado y hasta capaz de cometer errores, un ejemplo de lo cual podría ser el que, a diferencia del Râmâyana, en el que Sita es abandonada junto a la ermita de Valmiki para que no quede completamente indefensa, en la pieza de Bhavabhuti, Rama ordena que sea abandonada en plena selva, un acto tan cruel como innecesario y que se debe al humano defecto de Rama de la vanidad. A partir de ahí, el poeta tiene que recurrir a medios sobrenaturales para justificar la supervivencia de la protagonista, quedando Lava y Kush al cuidado de VaImiki, mientras ella se dirige a regiones exclusivas de los dioses, de donde no regresará hasta el final. El estilo de la obra, escrita en los clásicos slokas, se caracteriza por una gran abundancia de metáforas y por un dominio completo de la lengua, Su defecto más importante –si puede considerarse a esto como tal– es la abundancia de descripciones que distraen un poco la atención de la trama principal de la obra, característica común, por otra parte, de la mayoría de los dramaturgos y escritores sánscritos.
Esta obra, editada en forma bilingüe y que es una pieza clave del teatro sánscrito, debe principalmente su versión española a Juan Miguel de Mora y, asimismo, a María Ludwika Jarocka, que colaboró en la traducción y redactó las notas. Debido a la falta de material asequible en México sobre la India antigua en general la traducción hubo de hacerse con recursos limitados. El texto original utilizado fue la versión de P.V. Kane, publicada en la India por Motilal Banarsidass en 1971.
Lamentablemente, poco es el teatro sánscrito que se encuentra traducido al español y, aparte del Abhigyanshakuntalâ de Kalidâsa, Ratnavalî de Shrî Harsha y quizá alguna más, no existen otras obras a disposición del público hispano, por lo que este libro constituye una labor verdaderamente meritoria. Además, el propósito del traductor se complementa con el de poner al alcance de los lectores de habla castellana cierta información acerca del teatro sánscrito. En el prólogo, Miguel de Mora nos hace un resumen de dicho teatro desde su origen, tratando diversos aspectos de la dramaturgia, tales como los géneros, las lenguas empleadas, los tipos de personajes y sus características, los rasa o sentimientos generalmente descritos, los actores, la representación de estas obras y el público.
Juan Miguel de Mora, especialista en la dramaturgia sánscrita, nos da con este libro una muestra adecuada de la verdadera labor de investigación, con una traducción pulida y una visión general de género que sirve perfectamente de marco para la comprensión de la obra, realzándola más aún. Sus trabajos sobre el teatro clásico indio están a la altura de los de indólogos famosos como Hervás y Panduro, García Ayuso y Alemany Bolufer, y lo tratan desde sus comienzos, ya que Mora siempre destaca el hecho de que el concepto del drama existía ya entre los fundadores de la cultura hindú, mil quinientos años antes del nacimiento de Esquilo. Sobre este aspecto es interesante consultar asimismo su artículo “Antigüedad del teatro sánscrito”, aparecido en el vol. X, núm. 2, de esta misma publicación y que constituye un valioso complemento a la visión general del teatro sánscrito que nos da en su interesante e ilustrativa introducción.