El año de Bolívar ha sido el momento idóneamente elegido por la Secretaría de Relaciones Exteriores del Gobierno mexicano para reimprimir este curioso número del Archivo Diplomático Mexicano, publicado originariamente en el año 1946. ¿Tiene este trabajo hoy en día actualidad y validez? Indudablemente, ya que, en honor del Libertador y para su mejor estudio, los gobiernos y las asociaciones culturales de toda índole, de América y otros lugares del mundo se dedican a reunir, editar y compilar toda la información posible relacionada con esta figura, que, a pesar de los años transcurridos, sigue apareciéndosenos como monumental. A todo este cúmulo de material docto y divulgativo, el libro Bolívar en México añade particularidades interesantes. Su carácter concreto y racionalmente específico le pone fuera del alcance de la mayoría del público, pero lo convierte, por esta misma razón, en un tesoro inapreciable para el estudioso Bolívariano, ya que, junto con cartas de Bolívar ya conocidas, encontramos despachos y comunicados inéditos para el lector, de las cancillerías de México, correspondencia con el Libertador sobre asuntos políticos y los comentarios y opiniones de los diplomáticos del momento sobre la figura de Bolívar.
Rafael Heliodoro Valle, el compilador y anotador de los documentos, intenta, en el prólogo al libro, mostrar la relación de Bolívar con México, la importancia que allí se dio a la labor del militar y la impresión que el país causó en el hombre. El primer documento que encontramos es la carta que en 1799 escribiera el joven Bolívar, desde Veracruz, a su tío, don Pedro Palacios, contándole sus impresiones de su primer viaje a este país. Desde 1823 a 1831 las informaciones y noticias sobre las hazañas de Bolívar en el continente fueron frecuentes en la prensa mexicana. Un diario, El Sol, publicó infinidad de artículos sobre Bolívar, siguiendo sus campañas paso a paso y mostrando un interés siempre creciente por aquel creador de naciones. Incluso al fin de la vida de Simón Bolívar, este diario fue el primero en publicar la infausta noticia. Junto con ésta, incluyó una “Canción fúnebre por la ausencia eterna del Libertador de tres repúblicas”, en donde se incluían los versos siguientes:
Ya Bolívar no existe en la tierra;
él habita en la sacra mansión,
él nos deja de luto cubiertos
y anegados en llanto y dolor.
Estos versos muestran palpablemente los sentimientos que la muerte del caudillo despertó en el pueblo mexicano. En el país, la reverencia por esta figura fue grande e incluso uno de los barcos mexicanos llevaba su nombre.
Sin embargo, y lo que es curioso, el diplomático cuyos informes abundan más en esta recopilación no fue bien acogido por el gobierno colombiano, que en julio del año 1829 solicitó su retiro. José Anastasio Torrens fue el primer diplomático mexicano en Colombia, con categoría de Encargado de negocios, y fracasó diplomáticamente quizá debido a sus conexiones con el general Santander, vicepresidente de la República. Se ve la objetividad del trabajo que, lejos de afectar partidismos o preferencias, pone ante el lector los hechos y las declaraciones textuales para mejor comprensión del momento.
Cada uno de estos documentos tiene datos y opiniones de gran valor para el que estudia la figura de Bolívar, por lo que el libro, reiterarnos, merece un puesto en una bibliografía sobre el Libertador. El trabajo se halla adecuadamente comentado y contiene un índice de nombres con interesantes referencias sobre los autores de estos comunicados o sobre las personas aludidas en ellos.