Irene Ferb, Crimen se escribe con a, Kiwi, Castellón de la Plana, 2015. (Reseña)
MISTERIO, EROTISMO Y HUMOR, ¿QUÉ MÁS SE LE PUEDE PEDIR A UNA NOVELA?
Los que disfrutaron con el anterior libro de Irene Ferb, Abrázame que no te quiero, están de enhorabuena, porque la autora les obsequia ahora generosamente con otro más entretenido si cabe que el primero, lo que ya es mucho decir. Los que no lo leyeron en su día, no sé a qué están esperando.
Lo que sí está claro es que lo que lean éste, buscarán también el otro, pues en Irene Ferb estamos ante un fenómeno de esos que se dan muy de tarde en tarde: el nacimiento y gateo de una escritora de verdad y que va para largo. Porque hay autores de un sólo libro, que tienen pocas cosas que decir; pero esta señora (y la llamo señora por lo casada, no porque no sea muy jovencita) nos descubre que guarda muchas sorpresas y que tiene una bien engrasada máquina de pensar y de imaginar, que encandilará a sus lectores durante las próximas décadas como mínimo. Ya desde aquí adelantamos que escribirá mucho y bueno, que se la conocerá como la «Corín Tellado postmoderna». Es más, algunos años después, será Corín Tellado la que pase a ser conocida como «La Irene Ferb mala».
Crimen se escribe con a, pero en el caso de la Ferb, el crimen se escribe con arte, con oficio, con simpatía, con intriga, con humor, con frescura y, sobre todo, con un estilo originalísimo, muy personal y reconocible. La autora está ya colocada en el podium de escritoras románticas, el éxito le lame los pies como una ola perdida en la playa (¡Vaya cursilada que he escrito!). Pero si Irene Ferb, en vez de novelas, escribiera otras cosas, su estilo sería también totalmente reconocible. Leeríamos el prospecto de una medicina y diríamos: «Esto lo ha escrito Irene, sin duda». Descifraríamos el contenido de mil galletas de la suerte de un restaurante chino y sabríamos cuáles había redactado Irene. En fin: que ella es ella y nadie más, lo cual es un mérito importantísimo.
En cuanto al libro no diremos que el asesino es el mayordomo, porque en esta novela el mayordomo no aparece. Les dejaremos con la incógnita. Pero les aseguramos que no adivinarán quién es el asesino por mucho que se devanen los sesos.
El precio es irrisorio, no llega a 0,00001 céntimo por palabra, unos 18 euros aproximadamente.
La nueva encarnación de Irene Poe, Irene Doyle e Irene Christie nos hace pasar aquí un rato de rechupete. Quien prefiera aburrirse soberanamente, que no se le ocurra ni acercarse a Crimen se escribe con a, que divierte con sólo entrar en su campo magnético.